sábado, 16 de diciembre de 2017

Presentaron al sucesor del Concorde: un avión supersónico que reducirá a la mitad el tiempo de vuelo entre Nueva York y Londres


En la interminable evolución de los medios de transporte, los únicos límites parecen ser los de la imaginación. Todo lo demás corre por cuenta del desarrollo de tecnologías que permitan avanzar hacia nuevos horizontes. En esa frontera está ahora la aviación comercial supersónica, que se acerca a grandes velocidades a un nuevo amanecer.

Llegó la hora de la revancha luego del fracaso del célebre Concorde. De las cenizas de esa experiencia, interrumpida en 2003, tres años después del trágico accidente en París que selló su suerte, surgieron nuevos proyectos y renovadas ilusiones. Uno de estos proyectos, totalmente diferente en concepto y forma, verá la luz en poco tiempo de la mano de la firma Aerion Corporation, que inició la aventura hace poco más de una década y unió esfuerzos con dos socios estratégicos de la industria aeronáutica norteamericana, GE Aviation y Lockheed Martin, que esta semana le puso la firma y lo acompañará hasta su despegue, previsto para 2023.


El resultado de todos estos años de investigación y desarrollo es el Aerion AS2, un estilizado avión supersónico capaz de alcanzar velocidades Mach 1,4, superiores a los 1.600 kilómetros por hora. Claro que no está pensado para el gran público: sólo tendrá asientos para 12 pasajeros. Pero, eso si, con grandes comodidades. El largo de la aeronave será de 51,8 metros y el ancho de alas alcanzará los 23,5 metros.


El desafío todavía pendiente es lograr que las dos turbinas que tendrá la aeronave, construidas con materiales altamente resistentes, sean además eficientes en términos de consumo de combustible a grandes alturas y velocidades.

Al presentar el avión este viernes en una conferencia de prensa en el centro de Washington Jeff Miller, vocero de Aerion, afirmó que la ruta comercial internacional más frecuentada, la que une Nueva York y Londres, será a bordo de este avión unas 3 horas más corta, lo que reduciría casi a la mitad el tiempo actual del vuelo sin escalas. Es decir que permitirá hacer viajes de ida y vuelta en el día entre una orilla y la otra del Atlántico, algo impensable hasta hace poco.

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