Sudorosa, resbaladiza y, por supuesto, desnuda. ¿O no? En Machete, lo último de Robert Rodriguez, Jessica Alba aparece como Dios la trajo al mundo: sin mostrarlo todo, pero sí sugiriendo mucho. Pero, oh, decepción: acaba de desvelarse que se trata de un montaje digital. Lo que era una actriz tapada con un grueso braguero y casto sujetador se había transformado, por ordenador, en una diosa en cueros.
No será el último –ni el primero– fraude erótico-cinematográfico. Desde sus inicios, el Séptimo Arte ha desnudado a sus bellezas para atraer al público. Pero unas veces por vergüenza, otras por inseguridad o, simplemente, porque otros cuerpos quedaban mejor en la pantalla, más de una estrella ha sido sustituida sin que nos diésemos cuenta: lo que se dice darnos gato por liebre.