Durante el decenio de los 80's la ciudad de Nueva York se convirtió en el principal enemigo de una gran cantidad de artistas dominicanos, sobretodo merengueros, cuyas carreras en la música proyectaba un ascenso sostenible.
Fue en 1985 cuando Jerry Vargas, conocido como "El Nazareno", comenzaba a irrumpir con mucha fuerza en las estaciones de radio de Santo Domingo. Canciones como: El cubanito, Hijo de la ruta, y Bèsame, fueron sólo algunos de los merengues que abrieron una ventana que conduciría a Vargas a la gran apertura de muchas otras puertas.
La apertura de otras puertas no se hizo esperar cuando más adelante Jerry lanzó a ritmo de merengue la versión de "Ojos mejicanos", original de Juan Gabriel, convirtiéndose dicha canción en aquel entonces en todo un suceso musical.
"Ojos Mejicanos" era todo lo que "El Nazareno" necesitaba para que los contratos de giras hacia New York comenzaran a llegar. Ciertamente así sucedió. La llegada de Vargas a La Gran Manzana era esperada con mucha anticipaciòn, sus presentaciones eran a casa llena, las "standing ovation" no cesaban. Sin embargo, las mismas luces de siempre y todo el esplendor de la convulcionada ciudad de Nueva York hicieron sucumbir al merenguero, ya que allá fue que culminó una carrera musical que exhibía mucha solidez.
www.solord.net
Fue en 1985 cuando Jerry Vargas, conocido como "El Nazareno", comenzaba a irrumpir con mucha fuerza en las estaciones de radio de Santo Domingo. Canciones como: El cubanito, Hijo de la ruta, y Bèsame, fueron sólo algunos de los merengues que abrieron una ventana que conduciría a Vargas a la gran apertura de muchas otras puertas.
La apertura de otras puertas no se hizo esperar cuando más adelante Jerry lanzó a ritmo de merengue la versión de "Ojos mejicanos", original de Juan Gabriel, convirtiéndose dicha canción en aquel entonces en todo un suceso musical.
"Ojos Mejicanos" era todo lo que "El Nazareno" necesitaba para que los contratos de giras hacia New York comenzaran a llegar. Ciertamente así sucedió. La llegada de Vargas a La Gran Manzana era esperada con mucha anticipaciòn, sus presentaciones eran a casa llena, las "standing ovation" no cesaban. Sin embargo, las mismas luces de siempre y todo el esplendor de la convulcionada ciudad de Nueva York hicieron sucumbir al merenguero, ya que allá fue que culminó una carrera musical que exhibía mucha solidez.
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