Hay un virus esparcido en la pelota invernal dominicana: el anti-tradición, que ha aniquilado a dos de los tres clubes de corte caudillista y tiene al tercero más ganador a las puertas del adiós.
La serie regular produjo el hecho sin precedente de iniciar una postemporada con la eliminación de los emblemáticos Tigres del Licey y Águilas Cibaeñas. El Todos contra Todos necesita de poco para que nazca otro acontecimiento: una final que no tenga rojo, azul o amarillo, los colores que han matizado las últimas 10 finales.
Hay que marcar esta temporada 2010-11 como la que removió los cimientos de la pelota nuestra, ya que los conjuntos de la minoría (en todas sus vertientes, económica, de fanáticos) han asaltado el poder.
Nunca antes se había manifestado un dominio tan apabullante de los conjuntos de la región Este del país. Los Toros han sido asiduos visitantes a la semifinal, pero hasta la actual contienda eran una especie de “mona de traqueo”. De hecho, poseen los peores registros en la historia del Todos contra Todos (1-17 en la estación de 2003-04 y 1-16 en 2001-02 y 2006-07).
Las Estrellas han brillado por su ausencia en todas las fases. No obstante, otro baile se toca en estos momentos y, salvo un milagro que sería una hecatombe para los Toros, la final está pautada para comenzar en el Estadio Francisco Micheli de La Romana.
El único rival de los Toros en una final fueron las Águilas en la temporada de 1994-95, cuando lograron su corona.
Es perentorio aclarar que si bien es cierto que al redactar estas líneas los Leones del Escogido y los Gigantes del Cibao tienen vida, es poco probable que ambos reediten su proeza como protagonistas de la pasada final, que fue ganada por los melenudos para terminar con 18 años de sequía.
Los taurinos lucen inamovibles de la cima, lo que deja la disputa para la otra vacante del último tramo entre Gigantes, Estrellas y escarlatas.
Será un antes y un después de la presente campaña de pelota invernal. Un Round Robin inédito que nos llevará a una final sin par. La avanzada ha ganado mucho, pero mucho terreno.