sábado, 5 de febrero de 2011

ARTISTAS DESECHABLES

Drew, River, Macaulay, Ethan son solo algunos de nombres de los niños de una generación pasada que llegaron a ser iconos en los infantes y en los adultos.

La ternura de los niños y la conexión que surge con los de su tipo, ha llevado a los grandes mercaderes a crear un sinfín de patrones auditivos y visuales para un mercado dominante; NIÑOS-ADOLECENTES.

Las grandes cadenas (Disney, Dreamworks, Sony Pictures) se están pelean por la mejor tajada de un pastel que solo el año pasado movilizó más de 5 mil millones de dólares en todo el mundo. Vanessa (High School Music), Miley Cyrus (Hanna Montana), Jonas Brothers, Selena Gómez, Demi Lovato quizás muchos de mi generación no le conocemos pero millones de niños-adolecentes son sus más fervientes seguidores al punto de crearle culto en todo lo que hacen o dicen.

El dinero ha creado un nuevo concepto en la psiqui de la niñez, sin importar el desarrollo personal y familiar de estas figuritas de ajedrez en el mundo artístico. Muchas de ellas hoy en día han pasado por momentos muy amargos en su vida en lo personal y familiar, llegando muchas a destruirse físicamente. Están en la TV, radio, prensa y los comercializan en toda forma de merchandise, siendo esto imposible de soportar incluso para muchos artistas adultos.

Ha de cuestionarse el manejo mediático de las grandes cadenas al imponer en cada nueva temporada una figura de este tipo que sustituye al anterior y repitiéndose el ciclo indefinidamente. ¿Pero qué pasa con las figuras que no pueden soportar la carga de su fugaz estrellato o que no pueden hacer la transición a la adultez por la falta de preparación familiar? Las veremos raspándose la cabeza vía online en medio de una crisis nerviosa, en una cárcel, drogadas, en videos porno o en peor de los casos muertos de una sobredosis de heroína en la salida de un bar.

Son pocos los que sobrepasaran la barrera del poder mediático y con su talento seguirán siendo figuras relevantes en el futuro con poca cola que se le pise, manteniendo su nombre limpio.

Por Cholo Brenes