Por Maximo Jimenez el caribe
Su popularidad, el éxito de sus canciones y su gran pegada, le llevaron a autodenominarse El Fuerte. El calificativo prendió entre sus fanáticos y la foto que ilustra este artículo habla claro del posicionamiento que alcanzó Omega gracias a sus pegajosos merengues.
En septiembre del año pasado, Omega mostró públicamente -con un orgullo inusitado, vergonzoso quizás para cualquier otro artista-su pasaporte con visa para entrar a Estados Unidos, plaza donde lo esperaban para tenderle alfombra roja y abrirle las puertas de las discotecas y los centros nocturnos más exclusivos de toda la costa Este de ese mercado.
Y allá se fue Omega, muy orondo, aterrizando en la tierra del Sueño Americano una noche de septiembre, siendo recibido como la estrella --más bien enfrascado en la ola del frenesí que se apodera de una fanaticada con deseo de ver en vivo a un artista que fraguó su popularidad en la distancia-- que en ese momento era.
Pero a Omega la popularidad no le llegó sola. Formado bajo la sombrilla del barrio, ese barrio que le saca al hombre el rostro más aguerrido, y con el agravante de que nunca tuvo a su lado un equipo profesional que llevara las cuentas como amerita un artista en franco crecimiento, el mambero ha visto como en un santiamén su figura ha perdido atractivo.
Llegó a Estados Unidos cubierto en el manto de una polémica empresarial que no le permitía presentarse públicamente en ningún establecimiento. Y quienes vieron en él la gallina de los huevos de oro, promocionaban actividades en las que haría apariciones, para saludar al público y cobrar tarifas como si se tratase de presentaciones en directo con su orquesta.
Cada una de esas promocionadas “presentaciones”, llegaban precedidas de una ola de críticas, amenazas legales y advertencias judiciales que, incluso, provenían desde su tierra natal. En una ocasión le embargaron una residencia debido al atraso en el pago de un compromiso económico.
Fugazmente, en noviembre pasado se le vio por la alfombra del Grammy Latino en Las Vegas (Estados Unidos), donde la prensa dominicana que viajó a esa ciudad se quedó esperando por el artista, faltando al compromiso de una cita establecida por él mismo.
Aquí, se le anunció hace poco para actuar en la discoteca Gotik, pero la actuación se quedó en mera publicidad.
Esta semana, a Omega se le vio muy acaramelado, en compañía de una bailarina de un centro nocturno de Nueva York, en fotos que circularon efectivamente por las redes sociales en internet.
Sus canciones hoy no son novedad. Sus merengues hace un buen tiempo que brillan por su ausencia en las listas de Billboard, en las cuales se mantuvo durante años. Por alguna posición de las listas tropicales, todavía pulula El dueño del flow, su último álbum, publicado a finales del 2009.
Mientras el exponente de la música urbana se consume transitando por las calles de Nueva York, su figura va en franca picada, una caída provocada por la falta de grabación, las polémicas que han rodeado su entorno y el mal manejo del que se considera todavía El Fuerte