Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo - Comunicador
Una de las expresiones del abandono y la maleza que se adueña de gran parte del espacio ocupado por la otrora zona oriental de la capital dominicana, se observa en la Plaza Doctor José Francisco Peña Gómez, ubicada en la intercepción conformada por la calle 19 y la Autopista San Isidro, en municipio Santo Domingo Este.
Allí, en donde impera un caótico movimiento vehicular, a consecuencia de la falta de un sistema de semaforización eficiente, la figura de quien ha sido considerado "El Máximo Líder Popular" que generó América Latina, luce sumergida entre la basura, la maleza y el deterioro.
Se trata de una expresión de irresponsabilidad y desvergüenza percibida constantemente por quienes, hasta el momento, tan sólo proyectan su indignación mordiéndose los labios.
La Plaza Doctor José Francisco Peña Gómez, levantada en la gestión municipal encabezada por Domingo Batista, llamada a ser un atractivo y valioso espacio urbano para reconocer el sacrificio y el aporte de una de las más relevantes figuras del quehacer político latinoamericano, actualmente refleja un inadmisible y desgarrante panorama arropado por la grama, el sucio y la maleza.
A pocos pasos del busto del Doctor Peña Gómez algunos transeúntes, tricicleros, vendedores ambulantes y desaprensivos, ante la falta de una vigilancia permanente, han logrado establecer una especie de dormitorio y consiguiente sanitario público, donde, además, se escenifican las más inexcusables y diversas depravaciones humanas.
De la tarja que exponía las razones de la denominación y los motivos que determinaron la existencia de la Plaza en cuestión, en el presente, sólo queda una deteriorada plataforma de concreto que en un principio sirvió de base a una rectangular y atractiva tarja de bronce que a juicio de varios de los ciudadanos sensatos que circulan por la zona, fue sustraída por algún facineroso para comercializarla con un inescrupuloso empresario dedicado a la fundición de metales.
No obstante el abandono, la basura y la maleza que abriga la Plaza Doctor José Francisco Peña Gómez, tanto por su potencial valor social como por ser el resultado de una iniciativa municipal que ennoblece, a los que la concibieron, al igual que a la estelar figura política que se pretende honrar, los generosos y laboriosos pobladores de Santo Domingo Este no pierden las esperanzas de que más temprano que tarde, la ineludible y apremiante acción correctiva está llamada a surtir sus beneficiosos efectos.
Ese es el sentir colectivo y por tanto, es hora de empezar la labor tendente al rescate y el remozamiento de tan importante espacio público.