lunes, 13 de junio de 2011

En diez años el narcotráfico pierde a siete grandes cabecillas

Quirino usó el patrón de capos colombianos
Ramón Pérez Reyes
Santo Domingo

La tarde del domingo 18 de diciembre de 2004, Quirino Ernesto Paulino Castillo estaba tranquilo. Todo le salía como había planificado. El retraso inicial estaba resuelto y no tenía motivos para dudar que “coronaría” los 1,387 kilos de cocaína que trasladaba hacia Santiago de los Caballeros, para posteriormente enviarlos a Estados Unidos.

Un experto en esas lides, Ernesto Bienvenido Guevara Díaz (Maconi), había preparado personalmente la carga y un coronel uniformado de la Policía Nacional, Lidio Arturo Nin Terrero, estaba en el vehículo resguardando la mercancía.

Era un equipo perfecto. Conocía todas las rutas de la región Sur, donde había sido recogida la droga, además de ser el lugar de origen de los tres.

Tenían también otros motivos para confi ar en el éxito de su operación: la complicidad de personas colocadas en distintos organismos, entre ellos las Fuerzas Armadas, una institución en la que él mismo penetró y logró que se le adjudicara el rango de capitán.

Sin embargo, Quirino Paulino desconocía que había otro plan: agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas, con el apoyo de la Agencia Antidrogas de Estados Unuidos (DEA), le tenían montado un operativo de vigilancia, que incluía la grabación de sus conversaciones con los involucrados en el transporte de estupefacientes.

La narración que hizo a LISTÍN DIARIO el entonces fi scal del Distrito Nacional, José Manuel Hernández Peguero, expone con detalles cómo cayó el hombre a quien se le ha considerado el más grande capo de su era.

A pesar de que el narcotráfico está asentado en República Dominicana desde las últimas décadas del siglo pasado, incluso con una fi gura protagónica como el malogrado Rolando Florián Féliz, es Quirino Paulino, a quien se le daba como renombre “El Don”, a quien realmente se le considera el gran capo del país, al estilo de los modelos colombianos.

A este se le acusó de ser líder de una red compuesta, entre otros, por Luis Eduardo Rodríguez, Francisco Alburquerque, Vladimir García, Luis David Ulloa, Jean Paul Ulloa, John Samuel Rodríguez, Richard Peña Mejía, Fátima Henríquez y Lidio Nin Terrero, que enviaba cocaína a los Estados Unidos y lavaba el dinero obtenido en empresas inmobiliarias y otros negocios.

La mayoría está en libertad después de negociar su condena en la Corte del Estado Sur de Nueva York.

Su Origen
Nacido de cuna humilde en la comunidad de Elías Piña, el apresado llegó a ser chofer de “motoconcho” en la ciudad de Santo Domingo, y de ambulancia en el hospital público de su comunidad, en los años 80 del siglo pasado.

Tiempo después entabla amistad con ciudadanos haitianos e inicia el contrabando de mercancías, incluyendo drogas, a través de la frontera sur, según una ficha criminológica que le hizo la DNCD el 19 de abril de 2001, con la recomendación de que fuera separado del Ejército Nacional, al cual pertenecía entonces.

El benefactor
Siguiendo el patrón de los grandes narcotraficantes, Quirino se convirtió en el benefactor de poblaciones de San Juan de la Maguana y Comendador.

Se estimó que en ese entonces el 80 por ciento de la producción agropecuaria de esos lugares fue financiada con su dinero. Para esto creó la Hacienda Elizabeth, que se encargaba de dar mantenimiento y le compraba “a buen precio” la producción de soya, sorgo, maíz, arroz y otros rubros. También ofrecía el servicio de maquinarias, como tractores y trilladoras.

Quirino declaró, en espacio pagado en este diario, inversiones agropecuarias por mil millones de pesos en la región Sur, entre los que incluía una factoría en Comendador con un centro de acopio para más de 300 mil quintales de arroz, de los cuales llegó a importar 83 mil a Venezuela.

También era el propietario de cabañas, rancho bar, envasadora de gas, agencia de venta de vehículos, estaciones de combustibles y suntuosas viviendas tanto en la capital como en el interior.

Con tantas inversiones benefició con empleos a unas tres mil familias y realizaba donaciones y dádivas a personas de escasos recursos de la región. También era suplidor del Estado y realizaba actividades comerciales con reconocidas empresas y tenía cuentas millonarias abiertas en los bancos comerciales, incluyendo el estatal Banreservas.

El final
La tranquilidad de Quirino cambió ese domingo 18 de diciembre cuando nueva vez lo llamó Maconi, con voz de preocupación, informándole de que “la rueda se está devolviendo”.

Era la explicación en clave de que el camión que protegía Nin Terrero había sido capturado en la Autopista Duarte, a la entrada de Los Alcarrizos y lo traían de regreso a la sede de la DNCD.

Otra preocupación se sumó a Quirino. Un vehículo con carecterísticas a los usados por los organismos de seguridad lo venía siguiendo desde que entró a la capital, al cual se había sumado un “motoconchista” que llevaba su rostro cubierto con un casco negro.

Antes de que pudiera terminar la conversación telefónica, su Mercedes Benz fue interceptado y es apresado junto a su esposa, Belkis Elizabeth, quien le acompañaba. De esa manera empieza el fin de una de las principales bandas de narcotraficantes capturadas en el país.

Otros personajes
Durante el período 2010- 2011, otros personajes ocuparon los espacios de los medios de comunicación, por sus vínculos con el narcotráfico.

El ex alférez de la Marina de Marina, Gustavo Isidro Zayas García, quien era una especie de benefactor en Villa Juana, fue asesinado dentro de su residencia, en el sector Galá de la capital. También Martín Abreu Pimentel, acribillado a la salida del bar Trío Café,

También Eduardo Rodríguez (Eduardito), enjuiciado en Nueva York, y otros integrantes del grupo Quirino, acusados de narcotráfico internacional, lavado de dinero y conspiración. Al grupo al que pertenece Chico De León, Juan Cruz Crisóstomo y los mellizos David y Jean Paul Ulloa, la corte los acusó de contrabandear drogas en Sudamérica, Nueva York, Puerto Rico, Haití y República Dominicana.

(+)
UN FINAL TRÁGICO PARA ROLANDO FLORIÁN FÉLIZ

Desde su aparición en los medios de comunicación en 1994 cuando fueron incautados en las costas de Pedernales 953 kilos de cocaína que escondía en latas de salsa de tomate en el interior del barco Phoenix, Rolando Florián Féliz emergió como el capo de los capos en el país.

Por este caso fue condenado en contumacia en 1996 a 20 años de prisión, junto a un grupo de cómplices, muchos de los cuales fueron liberados más tarde.

Por casi cinco años, Florián Féliz, quien había nacido en las costas de Paraíso, en Barahona, fue el narco más buscado por la DNCD, por cargos recogidos en nueve expedientes “pesados” de narcotráfico.

Para evadir la persecusión usaba cuatro nombres falsos y salía y entraba con facilidad al país. Su conexión con los carteles de drogas colombianos le permitía enviar millonarios cargamentos desde Panamá, República Dominicana y Haití hacia los Estados Unidos.

Fue capturado en un centro vacacional de Guayacanes, San Pedro de Macorís, por agentes de la Policía, que en la ocasión ignoraban de quien se trataba. Les fueron incautadas propiedades y vehículos de lujo.

Murió en la cárcel de Najayo, según la versión oficial, cuando enfrentó a los custodias.

FLORIÁN
CONSIDERADO
EL PRIMER CAPO

Llegó a amasar una cuantiosa fortuna con inversiones en el país y Panamá. Le fue incautada una flotilla de vehículos de lujo, se caracterizó por sus gustos caros, extravagancias y desafíos a las autoridades.

QUIRINO
COMERCIANTE Y
CON BAJO PERFIL

Con una vida discreta y disfrazando sus actividades ilícitas con el comercio y la agroindustria, Quirino alcanzó los niveles más altos en el mundo del narcotráfico. Fue igualmente un bienhechor en su comunidad.

AGOSTO
EL GRAN CAPO
EN LA CLASE ALTA

Con su aparición en el escenario también quedó demostrado algo que muchos ya sospechaban: el narcotráfico también es capaz de permear a los sectores de la alta sociedad. Fue el capo de los lujos.