La comparaban con una modelo alemana por su elegancia y su larga melena rubia. Algunos incluso la llamaban la Claudia Schiffer del desierto. Al menos hasta que la censura del régimen libio logró impedir otros tipos de comparaciones. Porque cuando los rebeldes entraron en su lujosa residencia en las afueras de Trípoli, los libios no dudaron en calificar la casa de Aisha Gadafi como "el palacio de la prostituta".
Como sus hermanos, la hija del dictador libio disfrutaba de enormes privilegios. Las turbas que saquearon su enorme residencia encontraron gigantes lámparas de cristal y hasta un sofá de oro con forma de sirena, cuyo rostro otra cosa no era sino el retrato de la propia Aisha.
Los vecinos de la 'hijísima' tenían la orden de mantenter cerradas todas las ventanas que dieran a su residencia, que también tenía un enorme jardín con una gran piscina interior, además de una casa para invitados, un gimnasio y una imponente cocina. Todo para el asombro del pueblo llano, que pudo resumirse en la frase de un vecino: "No puedo creer que alguien viva de esta manera. Quizá en Beverly Hills, pero no en Libia".
Abogada y diplomática
El palacio de Aisha fue destrozado y la hija del coronel, embarazada, se vio obligada a huir a Argelia, donde parió nada más llegar. En su residencia, los libios han dejado pintadas que resumen lo que siempre pensaron y nunca pudieron decir en voz alta: "Esta casa es del pueblo".
Nacida en 1977, abogada y con un doctorado en Derecho, Aisha defendió nada menos que a un colega de su padre, el dictador Sadam Husein. Ya había viajado en misión diplomática a Irak en 2001, cuando el tirano todavía estaba en el poder. En otro viaje de este tipo, se encargó de negociar la liberación de varios rehenes occidentales en las Islas Filipinas.
El hecho de que la joven asumiera tareas de representación diplomática desató los rumores sobre la posibilidad de que un día llegara a convertirse en sucesora de su padre al frente del régimen. Al fin y al cabo, de los ocho hijos con que cuenta Gadafi, Aisha siempre ha sido su predilecta.
El exilio
Como su padre, también Aisha tiene predisposición a saltarse las reglas del protocolo. Como cuando se encontraba de visita en Londres y se despachó con un discurso en defensa del IRA en Hyde Park. O como cuando protagonizó varias juergas sonadas en sus viajes fuera de Libia.
En julio de 2007, Aisha se reunió en Trípoli con Cecilia Sarkozy, entonces mujer del presidente francés, Nicolas Sarkozy. Sólo cuatro años después, el mandatario galo se convirtió en uno de los principales líderes de la ofensiva occidental contra el régimen de su padre.
El acoso de la OTAN y de los rebeldes la obligó a abandonar el país y a huir con su madre y dos de sus hermanos a Argelia, donde dio a luz a una niña. Su padre sigue en paradero desconocido y su familia parece estar en las últimas, pero Aisha ya ha dado un nuevo miembro a la dinastía Gadafi.