lunes, 8 de agosto de 2011

Un debate carente de conceptualización


El debate que transcurre de cara a las elecciones del 2012 está dejando un mal sabor en el universo electoral dominicano.
Y es que el mismo se ha vuelto insustancial por la ausencia de propuestas de parte de los candidatos electos para alcanzar la primera magistratura de la nación.
No existe ningún interés en el colectivo de escuchar a los protagonistas del certamen porque ninguno ha dicho "aquí está mi programa de gobierno y esto es lo voy a implementar de llegar a ser elegido por el pueblo".
Lo que se escucha es de muy mal gusto, insultos, se descalifican el uno al otro, evocan tiempos y escenas del pasado, memoria contra el olvido, cosas así, pero cero propuesta de lo que en sí la gente quiere escuchar, que es sin lugar a dudas de "como vamos a salir de la tremenda miseria que nos arropa, como vamos a resolver el problema de la falta de escuelas y educación, de la electricidad, inseguridad y crimen, alto costo de la vida, desempleo, narcotráfico, desarrollo económico, salud, corrupción política y privada, falta de credibilidad en las instituciones del Estado, violencia intrafamiliar, entre otras cosas.
Una campaña que no despierta emociones, paupérrima, huérfana de políticos que sean capaces de revertir la situación de pobreza e insalubridad que padece la nación dominicana. Estamos frente a un escenario electoral que huele a despilfarro de bienes y riquezas para alcanzar el voto de la población.
Los dominicanos no merecemos una campaña tan mediocre, ni que juegue con la inteligencia comunal, la colectividad merece respeto y está demandando que sobre la mesa de la discución de la campaña se den a conocer las vías por las que pretenden hacer transitar al país de cara a los próximos cuatro años de gobierno.
Es lo que como ciudadano pienso. Que Dios en su infinita misericordia transmita a quienes ostentan el privilegio de correr por la candidatura presidencial el deseo hablarle a la república la manera en que vamos a superar el estado de cosas que nos mantienen de rodillas e impotentes.
Pastor Antonio Regalado