El desorden y el irrespeto en pleno centro histórico de Santiago y las principales vías de la ciudad prevalecen mientras las autoridades encargadas de velar por la organización y las observancias de las normas y leyes se distraen.
Muchas calles del centro histórico resultan prácticamente intransitables como resultado de obstrucciones por desperdicios de construcción, mal estacionamiento de vehículos y vendedores ambulantes.
El desorden se mezcla con el irrespeto porque propietarios de edificios y constructores e incluso instituciones públicas destruyen las aceras, pican parte de las calles y las dejan abandonadas por meses.
En medio de ese caos, otros parquean sus vehículos sobre las aceras, obstruyendo el tránsito de los peatones que tienen que arriesgar sus vidas tomando parte de las vías para poderse desplazar por la ciudad.
Todo ese desorden florece en medio de las distracciones de las autoridades encargadas de imponer el orden y velar por el respeto a la propiedad y los espacios públicos