martes, 17 de enero de 2012

Ramón y Romelia: El mayor susto fue cuando la tercera planta se inundó



Bethania Apolinar
Santo Domingo

“Fue un regalo que se convirtió en un infierno”. Con esta frase comienza el dominicano Ramón Escalante Florentino a narrar los angustiantes momentos vividos durante el naufragio del crucero “Costa Concordia” frente a la isla italiana de Giglio, del cual sobrevivió junto a su pareja, Romelia Darisa González.

“Nosotros llevamos seis años de relación y yo le había prometido un crucero para que conociera Roma y El Vaticano. Nos las estábamos pasando genial, pero todo pasó a ser un infierno”, dijo Escalante Florentino al relatar a LISTÍN DIARIO la dramática experiencia del naufragio.

Escalante cuenta que eran las 9:00 de la noche y se servía la cena en el barco cuando escucharon una estruendosa explosión que hizo volar los platos de la bandeja de un camarero, mientras las botellas de vino y las copas caían al piso.

El temor se apoderó de todos los pasajeros, pero volvieron a la calma cuando el capitán les pidió no preocuparse porque “todo está bajo control”, tras explicar que el barco había sufrido una pequeña avería en su motor.

“Pasaron 15 minutos, pero el barco se iba inclinando cada vez más, mientras la tripulación y los camareros iban corriendo por todo el barco con chalecos salvavidas puestos, mientras nosotros estábamos todos en la mesa cuando en teoría teníamos que ser los primeros en ser protegidos”, dijo.

Tras suponer que algo no andaba bien, Ramón pidió a Darisa que le acompañara al camarote que estaba ubicado en la planta número 9 de la embarcación que ya se inclinaba a la deriva. La pareja subió los seis pisos que separaban el restaurante de su habitación “como el que se está trepando a un árbol”.

Una vez en el camarote sólo atinaron a ponerse el chaleco y unos tennis, pues llevaban puestos tacones de fiesta. Fue entonces cuando sonó el aviso de que iban a ser evacuados porque el barco se hundía. Cuando llegaron al punto de la evacuación se encontraron con más de cuatro mil personas en fila. La desesperación se apoderó de los pasajeros. “Todo el mundo tirándose por encima de los demás, la madres tiraban a los niños para que se metieran en la barca”. Escalante recuerda que algunas madres decían “vete hijo mío que yo prefiero morirme para que te salves tú”.

Dijo que fue un crucero fatal para muchas personas, incluyendo a su camarero personal, que según dijo se ahogó al igual que la persona que los guiaba.