Desde un modesto centro de internet enclavado en un barrio cualquiera de la capital podría fraguarse con facilidad un delito o fraude electrónico.Enviar un correo falso, camuflado desde una cuenta distinta a la del “hacker” se hace mucho más fácil desde un “cyber café” dado los frágiles sistemas de seguridad con los que cuentan y que convierten a sus usuarios en potenciales víctimas de la suplantación de identidad.
El único control que llevan los centros visitados por elCaribe en Capotillo, Villas Agrícolas y el ensanche Luperón, es una hoja cuadriculada en donde apuntan la hora en la que el cliente empieza a utilizar la computadora y cuál aparato usa, pero no sus datos personales.
Veinte pesos son suficientes para navegar durante una hora por internet. A lo largo del día, una computadora es utilizada por varias personas con lo cual se hace prácticamente imposible rastrear la identidad de los usuarios. Aunque se lograra determinar la dirección IP o número que identifica el dispositivo desde el cual fue cometido el “hackeo”, no se podría saber quién fue el infractor ya que muchos usaron el mismo aparato.
“En torno a estos centros de acceso público a internet en el país existen debilidades muy serias en cuanto al control y monitoreo de las personas que los utilizan. Esa debilidad consiste en no llevar un registro ordenado con nombre, hora y cédula, lo cual dificulta que cuando se lleva a cabo un cyberdelito o manipulación de datos a través de Internet, las autoridades no sepan quién llevó a cabo la acción”, indicó el experto en tecnología, Hiddekel Morrison.
El único control que llevan los centros visitados por elCaribe en Capotillo, Villas Agrícolas y el ensanche Luperón, es una hoja cuadriculada en donde apuntan la hora en la que el cliente empieza a utilizar la computadora y cuál aparato usa, pero no sus datos personales.
Veinte pesos son suficientes para navegar durante una hora por internet. A lo largo del día, una computadora es utilizada por varias personas con lo cual se hace prácticamente imposible rastrear la identidad de los usuarios. Aunque se lograra determinar la dirección IP o número que identifica el dispositivo desde el cual fue cometido el “hackeo”, no se podría saber quién fue el infractor ya que muchos usaron el mismo aparato.
“En torno a estos centros de acceso público a internet en el país existen debilidades muy serias en cuanto al control y monitoreo de las personas que los utilizan. Esa debilidad consiste en no llevar un registro ordenado con nombre, hora y cédula, lo cual dificulta que cuando se lleva a cabo un cyberdelito o manipulación de datos a través de Internet, las autoridades no sepan quién llevó a cabo la acción”, indicó el experto en tecnología, Hiddekel Morrison.
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