El agua es una sustancia cuya molécula está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O) y es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida.
El cuerpo humano está compuesto de entre un 55% y un 78% de agua, dependiendo de sus medidas y complexión. Es además un líquido vital para cosechar los alimentos y mantener la flora y la fauna.
La naturaleza les ha negado las productivas lluvias a los pueblos de la Línea Noroeste, cuyos habitantes se han tenido que acomodar a vivir en el abrasador sol liniero, añorando los aguaceros de mayo de otras regiones.
Desde hace varios años y con la llegada del Acueducto de la Línea Noroeste las cosas han ido cambiando y ya se cuenta con agua potable para tomar, asearse, lavar y cosechar.
A lo largo de toda la Línea Noroeste, ya no se ven los tanques que esperaban los camiones para que los llenaran y así poder ver el preciado líquido. Sin embargo, en un tramo de Palo Verde, se ve a diario una escena que da ganas de llorar.
En un tramo de aproximadamente un kilómetro, los moradores salen con mangueras a desperdiciar el agua mojando la carretera, en una acción que comienza por la mañana y no cesa hasta caer la noche, malgastando miles de galones diarios.
Lo hacen porque esa parte no está asfaltada y quieren proteger del polvo las casas, los negocios y sus ropas.
Al preguntarle a Manuel de Jesús Sosa, quien manguera en mano empapaba la calle, si estaba correcto lo que hacía, dijo que no y lo calificó como un crimen gastar el agua así.
“Yo sé que no está bien, pero hay que hacerlo porque el polvo no nos deja vivir”, expresó Sosa sin dejar de manipular la manguera que vertía el potable líquido. Cosa que no hacía en el pasado, cuando había igual o más cantidad de polvo, pero no tenían el agua para convertir esos polvos en lodos.
Los vehículos, grandes y pequeños que pasan por allí, pisan con sus pesadas gomas el líquido derramado, pero cuando el hombre la pisa el agua salpica, por lo menos así será hasta que se asfalte este corto tramo.
El cuerpo humano está compuesto de entre un 55% y un 78% de agua, dependiendo de sus medidas y complexión. Es además un líquido vital para cosechar los alimentos y mantener la flora y la fauna.
La naturaleza les ha negado las productivas lluvias a los pueblos de la Línea Noroeste, cuyos habitantes se han tenido que acomodar a vivir en el abrasador sol liniero, añorando los aguaceros de mayo de otras regiones.
Desde hace varios años y con la llegada del Acueducto de la Línea Noroeste las cosas han ido cambiando y ya se cuenta con agua potable para tomar, asearse, lavar y cosechar.
A lo largo de toda la Línea Noroeste, ya no se ven los tanques que esperaban los camiones para que los llenaran y así poder ver el preciado líquido. Sin embargo, en un tramo de Palo Verde, se ve a diario una escena que da ganas de llorar.
En un tramo de aproximadamente un kilómetro, los moradores salen con mangueras a desperdiciar el agua mojando la carretera, en una acción que comienza por la mañana y no cesa hasta caer la noche, malgastando miles de galones diarios.
Lo hacen porque esa parte no está asfaltada y quieren proteger del polvo las casas, los negocios y sus ropas.
Al preguntarle a Manuel de Jesús Sosa, quien manguera en mano empapaba la calle, si estaba correcto lo que hacía, dijo que no y lo calificó como un crimen gastar el agua así.
“Yo sé que no está bien, pero hay que hacerlo porque el polvo no nos deja vivir”, expresó Sosa sin dejar de manipular la manguera que vertía el potable líquido. Cosa que no hacía en el pasado, cuando había igual o más cantidad de polvo, pero no tenían el agua para convertir esos polvos en lodos.
Los vehículos, grandes y pequeños que pasan por allí, pisan con sus pesadas gomas el líquido derramado, pero cuando el hombre la pisa el agua salpica, por lo menos así será hasta que se asfalte este corto tramo.
POR TUTO TAVAREZ VOZDIARIA.COM.DO