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SAN CRISTOBAL, República Dominicana.- Para las personas privadas de libertad no basta la desgracia de estar en la cárcel, es preciso seguir resistiendo la destrucción de la dignidad personal y enfrentar cada violación a los derechos humanos, fundamentales, civiles y políticos.
Están presos, algunos incluso no han sido juzgados, por lo que se impone el principio de presunción de inocencia, pero son exhibidos como una mercancía de poca monta.
Generalmente no hay o no aparece transporte para llevarlos a los tribunales o a los hospitales, y ahora los están trasladando en lo primero que aparezca, incluso camionetas, un tipo de vehículo en que en los países desarrollados está prohibido transportar personas.
Este jueves 15 de marzo, Acento.com.do captó cuando los reos que habían acudido desde diferentes pueblos de la región Sur al Palacio de Justicia de San Cristóbal -en donde funciona la Corte de Apelación de la región (San Cristóbal, Villa Altagracia, Baní, Ocoa y Azua)- eran montados en vehículos inapropiados para transportar personas.
El 53 por ciento de los presos en República Dominicana no tiene una cama donde dormir. Peor aún si se recuerda que el 51.5 por ciento del total de los reos son preventivos
¿Por qué son inapropiados?
Porque ponen en riesgo la salud y la vida de los reos, a los que el Estado también debe garantizarle esos derechos fundamentales.
Porque no existen condiciones de seguridad para evitar la fuga de los reos.
El problema no es sólo transporte… falta todo
Uno de los mayores problemas del viejo sistema penitenciario es el hacinamiento y las plantas físicas inadecuadas y en mal estado. En el caso de Baní, la cárcel en que están recluidos los reos de la camioneta Toyota de la foto, fue construida en 1981, y “responde (n) al diseño propio de la cultura de castigo y tortura”, según un documento colgado en la página web de la Procuraduría General de la República.
En esa cárcel no hay transporte para los presos ir a la Corte de Apelación, en San Cristóbal, pero tampoco hay suficientes camas ni servicios de salud adecuados, como tampoco la comida ("el chau") es apto para el consumo humano. Y esta situación se repite, cárcel tras cárcel, del viejo sistema, y cuidado si del nuevo.