Estos días está activado al máximo el “círculo del odio”, entendido éste como la perniciosa cadena de incomprensión, descalificación, mal humor e intolerancia que se esparce de persona en persona.
Por ejemplo, cuando el subalterno humillado por su superior llega a casa y descarga su indignación insultando a su familia; o los conductores se ofenden mutuamente en medio del tráfico. De ataque verbal en ataque, sucesivamente se crea una espiral interminable de desconsideración e irrespeto.
El vicioso círculo del odio cambia a virtuoso con cada persona que baja la guardia y devuelve con paciencia y buenas maneras, la actitud o respuesta destemplada de otros. Es cuestión de voluntad, para aportar un granito de arena hacia una mejor convivencia dominicana.
Por ejemplo, cuando el subalterno humillado por su superior llega a casa y descarga su indignación insultando a su familia; o los conductores se ofenden mutuamente en medio del tráfico. De ataque verbal en ataque, sucesivamente se crea una espiral interminable de desconsideración e irrespeto.
El vicioso círculo del odio cambia a virtuoso con cada persona que baja la guardia y devuelve con paciencia y buenas maneras, la actitud o respuesta destemplada de otros. Es cuestión de voluntad, para aportar un granito de arena hacia una mejor convivencia dominicana.
Por Claudia Fernández Lerebours