Al descalificar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Narcisazo, el Cardenal olvidó: Que somos signatarios de ese Tribunal, que hacer cumplir lo que Antón de Montesinos reclamó en 1511, cerquita de donde él ha hecho su vitriólica descalificación; que ha defendido a numerosos sacerdotes que han sido reprimidos por diversos gobiernos y, lo más importante: Que se inspira en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que parece haber sido dictada por el mismo Jesucristo.
Por Ramón Colombo
Columnista