sábado, 26 de mayo de 2012

Madre: Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas


Las madres son dignas de admiración y respeto, así nos enseña Dios en su Palabra. Pero, en la sociedad de hoy, parece que este mandato divino aún no prende, seguimos irrespetando a ese ser de incalculable valor, engendrador de vida y asiento del complemento del hombre.

Continuamos maltratando de manera sistemática a quien se entrega día a día a tener cuidado de nuestras necesidades, no estoy diciendo acerca de la totalidad, sino a una parte muy amplia de todo el segmento femenino, a ese instrumento de la naturaleza que se refugia en los brazos de un hombre para formar una familia.

Nuestro país es un testimonio de injusticia contra la mujer, tan solo basta hacer un paseo por los medios de comunicación y encontraremos un escenario de violencia y maltratos de todo tipo ejercidos contra madres que lo único que quieren es vivir tranquilas y en paz. No pretendo aquí hacer un análisis de la violencia intrafamiliar donde quien siempre se lleva la peor parte es la mujer, sino inducir aunque sea breve, a recordar la crueldad practicada contra lo que Dios llama nuestra "ayuda idónea", la mujer.

Las estadísticas son catastróficas y conmovedoras, prácticamente no hay un hogar ni familia donde no haya una marca de abusos, golpes, vejaciones indeseables y opresiones contra madres indefensas.

El panorama es indecriptible, inenarrable, inexpresable, indignante, vergonzoso, de dolor, llanto y luto en la familia dominicana y otras partes del mundo como consecuencia, del que la mujer quiere escabullirse, pero impotente encuentra la mirada indiferente de las autoridades correspondientes que nada resuelven.

Entonces, como decir en ese contexto "Felíz día de las Madres", se hace un poco difícil, por no existir un ambiente adecuado para la felicidad.

Lo que sí pienso es que a esto hay que buscarle entre todos nosotros un bajadero, para ir construyendo una sociedad más justa y razonable, donde no haya tanta inseguridad e injusticia, aquí por así decirlo, diariamente o matan una mujer, o aparece golpeada, o la asaltan, o la hieren, o en el trabajo le hacen la vida imposible, en fin, todo el tiempo la mujer es noticia en los medios, lo que anhelamos es un espacio para la sonrisa, el esparcimiento y el abrazo, una estructura gobernante más consecuente con la mujer y que se ocupe con verdadera vocación a trabajar para sacar adelante a nuestras madres.

Pero, hoy te doy buena nueva, Dios tiene una Palabra en este día para ti, y con este refrigerio y don que desciende de lo alto, a ti te digo "Felicidades MAMÁ".

La reflexión se encuentra en el libro Proverbios capítulo 31, a ver, leamos juntos:


1 Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.
2 ¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre?
¿Y qué, hijo de mis deseos?
3 No des a las mujeres tu fuerza,
Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.
4 No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino,
Ni de los príncipes la sidra;
5 No sea que bebiendo olviden la ley,
Y perviertan el derecho de todos los afligidos.
6 Dad la sidra al desfallecido,
Y el vino a los de amargado ánimo.
7 Beban, y olvídense de su necesidad,
Y de su miseria no se acuerden más.
8 Abre tu boca por el mudo
En el juicio de todos los desvalidos.
9 Abre tu boca, juzga con justicia,
Y defiende la causa del pobre y del menesteroso.
Elogio de la mujer virtuosa

10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11 El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.
12 Le da ella bien y no mal
Todos los días de su vida.
13 Busca lana y lino,
Y con voluntad trabaja con sus manos.
14 Es como nave de mercader;
Trae su pan de lejos.
15 Se levanta aun de noche
Y da comida a su familia
Y ración a sus criadas.
16 Considera la heredad, y la compra,
Y planta viña del fruto de sus manos.
17 Ciñe de fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.
18 Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.
19 Aplica su mano al huso,
Y sus manos a la rueca.
20 Alarga su mano al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.
21 No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
22 Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.
23 Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24 Hace telas, y vende,
Y da cintas al mercader.
25 Fuerza y honor son su vestidura;
Y se ríe de lo por venir.
26 Abre su boca con sabiduría,
Y la ley de clemencia está en su lengua.
27 Considera los caminos de su casa,
Y no come el pan de balde.
28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
29 Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
31 Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos.


Pastor Antonio Regalado
Congregación Maranatha, Inc.
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