
LUISA REBECCA VALENTÍN vozdiaria.com.do
Mucho se ha generalizado en los últimos tiempos, como colocar “música” estruendosa, ruido más bien, lo que ha llevado a la quiebra a más de un establecimiento comercial, sin que sus dueños, estrategas y personal, se percaten de que en un aspecto como la música que se coloca, puede resultar determinante en el éxito o fracaso de un establecimiento.
Se ha comprobado que con la música lenta el ritmo del flujo de los compradores dentro del establecimiento es significativamente más lento. Esto quiere decir que su permanencia en el establecimiento se alarga, por lo cual también se incrementan las posibilidades de que compre más. Por el contrario, una música rápida hace que el cliente realice sus compras con mayor rapidez. Esa situación lógicamente se agrava cuando la música resulta agresiva, repetitiva y molestosa, lo cual trae como consecuencia que el cliente, en la mayoría de los casos, abandone el estable-cimiento sin comprar nada.
El ambiente influiría de manera directa en las respuestas de consumo mediante el estado emocional que produce, el cual lleva a incrementar o disminuir las compras. Si genera estados emocionales positivos, el consumidor tenderá a permanecer más tiempo y, por tanto, habrá más posibilidades de que compre más. En caso contrario, saldrá huyendo y no comprará nada. Pero la influencia del ambiente y de la música no se queda aquí, sino que también afecta la percepción de la calidad del producto. El ambiente contribuye a crear la imagen global o actitud hacia el estable-cimiento.
Las piezas musicales de ritmo rápido conducen a los clientes a ca-minar o ir más rápido por el estable-cimiento, mientras que las piezas que son más lentas incitan a caminar más lentamente y a pararse o detenerse para prestar atención a los productos, por lo que su estancia en la tienda también será más larga.
Un estudio señaló que una determinada canción puede condicionar de una forma u otra la intención de compra del consumidor y ella lo demostró con un hecho propio.
Unos amigos decidieron ir a una tienda de vino en la que la música que se reproducía era de origen francés. Ello repercutió en las ventas, ya que el 77% de vinos vendidos en ese día fueron franceses.
Otro estudio revela que los ma-yores volúmenes de ventas estan asociados con las cadencias musicales lentas, mientras que las ventas más bajas estaban asociadas a las cadencias rápidas. Según estos resultados, parece que a medida que el consumidor se mueve más rápido tiende a comprar menos.
Ojalá que los establecimientos comerciales cambien sus estrategias y, al tiempo de mejorar sus ingresos, también puedan contribuir con mejorar el buen ánimo de las personas y con ello se pueda modificar el comportamiento y reducir la violencia. Estas recomendaciones no solo se aplican a tiendas y establecimientos comerciales. También a vendedores de la calle, a transporte público, consultorios y otros servicios que incluyan música como parte de su quehacer cotidiano.
Se ha comprobado que con la música lenta el ritmo del flujo de los compradores dentro del establecimiento es significativamente más lento. Esto quiere decir que su permanencia en el establecimiento se alarga, por lo cual también se incrementan las posibilidades de que compre más. Por el contrario, una música rápida hace que el cliente realice sus compras con mayor rapidez. Esa situación lógicamente se agrava cuando la música resulta agresiva, repetitiva y molestosa, lo cual trae como consecuencia que el cliente, en la mayoría de los casos, abandone el estable-cimiento sin comprar nada.
El ambiente influiría de manera directa en las respuestas de consumo mediante el estado emocional que produce, el cual lleva a incrementar o disminuir las compras. Si genera estados emocionales positivos, el consumidor tenderá a permanecer más tiempo y, por tanto, habrá más posibilidades de que compre más. En caso contrario, saldrá huyendo y no comprará nada. Pero la influencia del ambiente y de la música no se queda aquí, sino que también afecta la percepción de la calidad del producto. El ambiente contribuye a crear la imagen global o actitud hacia el estable-cimiento.
Las piezas musicales de ritmo rápido conducen a los clientes a ca-minar o ir más rápido por el estable-cimiento, mientras que las piezas que son más lentas incitan a caminar más lentamente y a pararse o detenerse para prestar atención a los productos, por lo que su estancia en la tienda también será más larga.
Un estudio señaló que una determinada canción puede condicionar de una forma u otra la intención de compra del consumidor y ella lo demostró con un hecho propio.
Unos amigos decidieron ir a una tienda de vino en la que la música que se reproducía era de origen francés. Ello repercutió en las ventas, ya que el 77% de vinos vendidos en ese día fueron franceses.
Otro estudio revela que los ma-yores volúmenes de ventas estan asociados con las cadencias musicales lentas, mientras que las ventas más bajas estaban asociadas a las cadencias rápidas. Según estos resultados, parece que a medida que el consumidor se mueve más rápido tiende a comprar menos.
Ojalá que los establecimientos comerciales cambien sus estrategias y, al tiempo de mejorar sus ingresos, también puedan contribuir con mejorar el buen ánimo de las personas y con ello se pueda modificar el comportamiento y reducir la violencia. Estas recomendaciones no solo se aplican a tiendas y establecimientos comerciales. También a vendedores de la calle, a transporte público, consultorios y otros servicios que incluyan música como parte de su quehacer cotidiano.