Por Ramón M. Rodríguez (Monchy)
En las propuestas políticas de Danilo Medina queda plasmado con claridad que el ejercicio del poder en una sociedad democrática y a la vez, de escaso desarrollo económico, como es la nuestra, debe ser de firme compromiso con la libertad con la justicia social; porque asume los esfuerzos colectivos, la creación de las riquezas, despierta nuevas esperanzas y avizora los horizontes para vivir con dignidad.
El ejercicio del poder, que debe tener como único propósito el servicio desinteresado al pueblo que lo endosa, se ha convertido en una histórica preocupación de filósofos y especialistas de las ciencias sociales que apuestan por ciudadanos empoderados que escojan con libertad y conciencia a gobernantes capaces, creíbles y comprometidos con el bien común.
Ciertamente, la elección de Danilo Medina como el nuevo presidente de todos los dominicanos, se convierte en una verdadera lección de la voluntad democrática de una sociedad. Las mayorías han preferido un próximo gobierno que vea en las grandes mayorías populares el centro de las inversiones económicas y sociales como plataforma del desarrollo, continúe con el fortalecimiento de la institucionalidad, imponga el orden en base al respeto a las leyes y los derechos ciudadanos.
Son estas las opciones que le permitirán al país consolidar las bases del sistema democrático que visualizamos, de oportunidades para todos, bajo el liderazgo de un gobierno accesible al pueblo con la participación de las organizaciones sociales, religiosas, juveniles, empresariales, deportivas y culturales, en la búsqueda de solución a los problemas que padecemos como nación.
Con Medina, la sociedad se ha dado un estadista de convicciones verdaderamente democráticas con serios compromisos para consensuar las políticas y las necesarias reformas dirigidas a promover el desarrollo del sector eléctrico, la educación, las finanzas del gobierno, la conducta ética en la administración pública, y dar ejemplos a los funcionarios de eficiencia y humildad en el ejercicio de sus funciones.
La conducta publica del nuevo líder del pueblo dominicano, nos advierte de la implementación de un moderno estilo de liderazgo, liderazgo con corazón, que iniciara el camino de una verdadera cultura democrática en nuestro país, fundamentada en la inclusión social, participación en la toma de decisiones, la consulta sectorial, el consenso, la comunicación permanente y la evaluación y fiscalización de los proyectos y las inversiones.
Al inducir esa lógica de comportamiento estatal, el nuevo gobernante y su equipo, pasaran del sueño de campana a la realidad de un país que enfrenta grandes retos y oportunidades en los próximos anos y que ha renovado, sin duda alguna, las esperanzas de justicia, prosperidad y paz.
Otra lección que nos deja como legado el pasado proceso electoral dominicano, es que nos invita de nuevo a reflexionar sobre la concepción filosófica de la política de nuestro padre fundador, Juan Pablo Duarte, cuando dijo: ¨La política no es una especulación, es la ciencia más pura y más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles¨. El autor es dirigente político.
El ejercicio del poder, que debe tener como único propósito el servicio desinteresado al pueblo que lo endosa, se ha convertido en una histórica preocupación de filósofos y especialistas de las ciencias sociales que apuestan por ciudadanos empoderados que escojan con libertad y conciencia a gobernantes capaces, creíbles y comprometidos con el bien común.
Ciertamente, la elección de Danilo Medina como el nuevo presidente de todos los dominicanos, se convierte en una verdadera lección de la voluntad democrática de una sociedad. Las mayorías han preferido un próximo gobierno que vea en las grandes mayorías populares el centro de las inversiones económicas y sociales como plataforma del desarrollo, continúe con el fortalecimiento de la institucionalidad, imponga el orden en base al respeto a las leyes y los derechos ciudadanos.
Son estas las opciones que le permitirán al país consolidar las bases del sistema democrático que visualizamos, de oportunidades para todos, bajo el liderazgo de un gobierno accesible al pueblo con la participación de las organizaciones sociales, religiosas, juveniles, empresariales, deportivas y culturales, en la búsqueda de solución a los problemas que padecemos como nación.
Con Medina, la sociedad se ha dado un estadista de convicciones verdaderamente democráticas con serios compromisos para consensuar las políticas y las necesarias reformas dirigidas a promover el desarrollo del sector eléctrico, la educación, las finanzas del gobierno, la conducta ética en la administración pública, y dar ejemplos a los funcionarios de eficiencia y humildad en el ejercicio de sus funciones.
La conducta publica del nuevo líder del pueblo dominicano, nos advierte de la implementación de un moderno estilo de liderazgo, liderazgo con corazón, que iniciara el camino de una verdadera cultura democrática en nuestro país, fundamentada en la inclusión social, participación en la toma de decisiones, la consulta sectorial, el consenso, la comunicación permanente y la evaluación y fiscalización de los proyectos y las inversiones.
Al inducir esa lógica de comportamiento estatal, el nuevo gobernante y su equipo, pasaran del sueño de campana a la realidad de un país que enfrenta grandes retos y oportunidades en los próximos anos y que ha renovado, sin duda alguna, las esperanzas de justicia, prosperidad y paz.
Otra lección que nos deja como legado el pasado proceso electoral dominicano, es que nos invita de nuevo a reflexionar sobre la concepción filosófica de la política de nuestro padre fundador, Juan Pablo Duarte, cuando dijo: ¨La política no es una especulación, es la ciencia más pura y más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles¨. El autor es dirigente político.