Santiago.-Las principales avenidas y calles de Santiago están quedando sin tapas, mientras que en comunidades como La Joya y Baracoa, los ladrones de metales han cargado hasta con los hieros de los bancos y el tendido eléctrico.
En la autopista Duarte, en la Joaquín Balaguer, han sido robadas desde las barandas de puentes hasta las que son colocadas en la protección para los conductores.
Mientras que en la carretera Santiago-Licey al Medio, la de Tamboril, Hispanoamericana y hasta en el mismo casco urbano apenas quedan algunas tapas.
La delincuencia ha llegado al punto además de robar parte de la estructura del puente peatonal Mateo Pelón, en un parque infantil en la avenida Hermanas Mirabal y las luces de los estadios de baseball de Baitoa y en Licey.
Domingo Espinal, del sindicato de albañiles atribuye a los consumidores de drogas los constantes robos al parque Hermanas Mirabal.
En los últimos días al menos ocho de los bancos o asientos construidos en metal fueron destruidos y las bombillas de las lámparas sustraídas, dejando a las barriadas a oscura.
“Aquí todo el mundo sabe quienes son los que cometen esas fechorías, son los drogadictos que aprovechan la oscuridad para cargar con todo tipo de metal, la respuesta que nos da la policía es que no puede hacer nada”, refiere Espinal.
En la autopista Duarte, en la Joaquín Balaguer, han sido robadas desde las barandas de puentes hasta las que son colocadas en la protección para los conductores.
Mientras que en la carretera Santiago-Licey al Medio, la de Tamboril, Hispanoamericana y hasta en el mismo casco urbano apenas quedan algunas tapas.
La delincuencia ha llegado al punto además de robar parte de la estructura del puente peatonal Mateo Pelón, en un parque infantil en la avenida Hermanas Mirabal y las luces de los estadios de baseball de Baitoa y en Licey.
Domingo Espinal, del sindicato de albañiles atribuye a los consumidores de drogas los constantes robos al parque Hermanas Mirabal.
En los últimos días al menos ocho de los bancos o asientos construidos en metal fueron destruidos y las bombillas de las lámparas sustraídas, dejando a las barriadas a oscura.
“Aquí todo el mundo sabe quienes son los que cometen esas fechorías, son los drogadictos que aprovechan la oscuridad para cargar con todo tipo de metal, la respuesta que nos da la policía es que no puede hacer nada”, refiere Espinal.
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