Los días 15 y 30, cuando cobra, Justo Zayas de los Santos coloca el dinero sobre una mesa en su casa del sector de Mendoza, en Santo Domingo Este, y va separando las monedas y billetes de 5, 10, 20, 50 y 100 pesos, y como si jugara a las cartas, toma dos de aquí y los coloca allá, y así sucesivamente, mientras el movimiento de sus dedos revelan que está contando. Cuando se le pregunta qué hace, Justo solo responde “apartando, apartando”.
“Apartar” para Justo es saber con qué cuenta para honrar sus deudas. Él sabe cuáles son las monedas de 5, 10 y 25. También identifica los billetes de 20, 50 y 100 pesos, y sabe también que dos de cinco junto con uno de 20 son 30, pero si se le da papel y lápiz y se le pide que sume 5+5+20 no sabe hacerlo.
Con dificultad lee cualquier letrero o texto corto, pero igualmente se le hace casi imposible explicar lo que ha leído. Lo justifica diciendo que solo llegó al cuarto grado de primaria y que “eso fue hace mucho” tiempo.
Jura que no es analfabeto y pelea con cualquiera que le diga lo contrario. “Yo leo”, afirma, “y la gente analfabeta no sabe leer”. Él tiene y no tiene razón. No es del todo analfabeto, pero no está alfabetizado: ¿Es analfabeto funcional o es un alfabetizado infuncional?
Estadísticas
Diversas fuentes estiman que el analfabetismo funcional en el país oscila entre un 25 y 27 por ciento de la población nacional, pero sin embargo, oficialmente no existen estadísticas que certifiquen dichas informaciones.
El economista Miguel Ceara Hatton se tomó la libertad de hacer lo que le llama un “proxy” que puede acercar a la cantidad de analfabetos funcionales o alfabetizados infuncionales que hay en el país, y que se expone en el mapa que ilustra este trabajo.
“El resultado indica que el 25 por ciento de la población nacional con edad de 15 años o más es analfabeta funcional, más del doble de la población que declara ser analfabeta. Es decir, uno de cada cuatro es analfabeto funcional y más de uno de cada tres no ha ido a la escuela”, expone.
¿Para qué se alfabetiza?
A juicio de la educadora María Teresa Cabrera, erradicar el analfabetismo en República Dominicana implica no solamente enseñar a leer y escribir, sino asumir la filosofía liberadora del brasileño Paulo Freire de la construcción de ciudadanía, sobre la base del conocimiento del contexto social.
“Desde la visión esperanzadora de Paulo Freire, además de enseñar a leer y a escribir, hay que formar ciudadanos con visión crítica, que conozcan su entorno y cumplan con su rol de sujetos sociales”, apunta. Plantea que se hace necesario un levantamiento para saber con claridad la cantidad de analfabetos que hay en el país y el nivel de los ya alfabetizados, a fin de desarrollar las habilidades de lecto-escritura en aquellos que, como Justo Zayas, pueden caer dentro de la clasificación de alfabetizados infuncionales.
Rezago laboral
Sin asumirse como tal, Justo es un ejemplo de la realidad del nivel en que se encuentra la educación en República Dominicana.
Confiesa que “por entender poco de letra” ha perdido oportunidades en su trabajo y que cuando ha querido conseguir otro empleo se encuentra conque lo rechazan después que lo ponen “a llenar unos cuadritos” que no entiende.
“Lo que pasa es que en la mayoría de los sitios ponen a la gente por carita y no por lo que uno sabe, no quieren gente que trabaje”, sostiene.
“Apartar” para Justo es saber con qué cuenta para honrar sus deudas. Él sabe cuáles son las monedas de 5, 10 y 25. También identifica los billetes de 20, 50 y 100 pesos, y sabe también que dos de cinco junto con uno de 20 son 30, pero si se le da papel y lápiz y se le pide que sume 5+5+20 no sabe hacerlo.
Con dificultad lee cualquier letrero o texto corto, pero igualmente se le hace casi imposible explicar lo que ha leído. Lo justifica diciendo que solo llegó al cuarto grado de primaria y que “eso fue hace mucho” tiempo.
Jura que no es analfabeto y pelea con cualquiera que le diga lo contrario. “Yo leo”, afirma, “y la gente analfabeta no sabe leer”. Él tiene y no tiene razón. No es del todo analfabeto, pero no está alfabetizado: ¿Es analfabeto funcional o es un alfabetizado infuncional?
Estadísticas
Diversas fuentes estiman que el analfabetismo funcional en el país oscila entre un 25 y 27 por ciento de la población nacional, pero sin embargo, oficialmente no existen estadísticas que certifiquen dichas informaciones.
El economista Miguel Ceara Hatton se tomó la libertad de hacer lo que le llama un “proxy” que puede acercar a la cantidad de analfabetos funcionales o alfabetizados infuncionales que hay en el país, y que se expone en el mapa que ilustra este trabajo.
“El resultado indica que el 25 por ciento de la población nacional con edad de 15 años o más es analfabeta funcional, más del doble de la población que declara ser analfabeta. Es decir, uno de cada cuatro es analfabeto funcional y más de uno de cada tres no ha ido a la escuela”, expone.
¿Para qué se alfabetiza?
A juicio de la educadora María Teresa Cabrera, erradicar el analfabetismo en República Dominicana implica no solamente enseñar a leer y escribir, sino asumir la filosofía liberadora del brasileño Paulo Freire de la construcción de ciudadanía, sobre la base del conocimiento del contexto social.
“Desde la visión esperanzadora de Paulo Freire, además de enseñar a leer y a escribir, hay que formar ciudadanos con visión crítica, que conozcan su entorno y cumplan con su rol de sujetos sociales”, apunta. Plantea que se hace necesario un levantamiento para saber con claridad la cantidad de analfabetos que hay en el país y el nivel de los ya alfabetizados, a fin de desarrollar las habilidades de lecto-escritura en aquellos que, como Justo Zayas, pueden caer dentro de la clasificación de alfabetizados infuncionales.
Rezago laboral
Sin asumirse como tal, Justo es un ejemplo de la realidad del nivel en que se encuentra la educación en República Dominicana.
Confiesa que “por entender poco de letra” ha perdido oportunidades en su trabajo y que cuando ha querido conseguir otro empleo se encuentra conque lo rechazan después que lo ponen “a llenar unos cuadritos” que no entiende.
“Lo que pasa es que en la mayoría de los sitios ponen a la gente por carita y no por lo que uno sabe, no quieren gente que trabaje”, sostiene.
www.elcaribe.com.do