Escrito por: Justo de la Cruz
Santo Domingo.-El total rescate y posterior mantenimiento efectivo de la exagerada cantidad de complejos e instalaciones deportivas, que llevan más de dos década abandonados en todo el país, será el gran reto del Ministerio de Deportes en el cuatrienio que recién inicia.
Jaime David Fernández Mirabal, ministro de Deportes, ha dicho que iniciará un amplio plan de rescate y mantenimiento de obras deportivas, tarea que será bastante ardua.
El país está sembrado de obras deportivas, pero casi todas han sido abandonadas por las autoridades que se han turnado el manejo de la cosa pública en las dos últimas décadas.
Obras
Basta con echar un vistazo para comprobar el alarmante deterioro del Parque del Este ( provincia de Santo Domingo), el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte (Distrito Nacional), así como los complejos La Barranquita (Santiago), Mao (Valverde), Monte Plata, San Pedro de Macorís, La Vega y Barahona.
El saldo es espantoso y bochornoso para el movimiento deportivo.
Las piscinas
El cuadro de las piscinas es horrible. Las albercas de Barahona y La Romana, en las que el Estado gastó una millonada, sirven para cualquier cosa, menos para nadar. La del Centro Olímpico recibió un ‘paño con pasta’ y funciona a medias.
Jaime David Fernández Mirabal, ministro de Deportes, ha dicho que iniciará un amplio plan de rescate y mantenimiento de obras deportivas, tarea que será bastante ardua.
El país está sembrado de obras deportivas, pero casi todas han sido abandonadas por las autoridades que se han turnado el manejo de la cosa pública en las dos últimas décadas.
Obras
Basta con echar un vistazo para comprobar el alarmante deterioro del Parque del Este ( provincia de Santo Domingo), el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte (Distrito Nacional), así como los complejos La Barranquita (Santiago), Mao (Valverde), Monte Plata, San Pedro de Macorís, La Vega y Barahona.
El saldo es espantoso y bochornoso para el movimiento deportivo.
Las piscinas
El cuadro de las piscinas es horrible. Las albercas de Barahona y La Romana, en las que el Estado gastó una millonada, sirven para cualquier cosa, menos para nadar. La del Centro Olímpico recibió un ‘paño con pasta’ y funciona a medias.