La embajada de Estados Unidos, como ya han hecho otras misiones diplomáticas, ha recomendado a sus ciudadanos, residentes o visitantes, abstenerse de viajar de noche en las carreteras dominicanas, por el peligro que representa. Les advirtió que transitar a esas horas por la autopista Duarte, principalmente, tiene el riesgo de sufrir un accidente provocado para despojarlo de sus bienes. La alcaldía y organizaciones comunitarias de Villa Altagracia, por donde ocurren muchos de esos hechos, han reaccionado negando la situación.
Sin embargo, la advertencia tiene fundamento, por cuanto los medios informan de estos acontecimientos con preocupante frecuencia, en los que ya han resultado muertos turistas y ciudadanos extranjeros radicados en el país.
El diario Hoy reseñó en su edición de ayer la amenaza que representa transitar por la carretera Maimón-Cotuí, en la que frecuentemente visitantes de la zona y empleados y ejecutivos de Barrick Pueblo Viejo, son víctimas de ataques a pedradas a sus vehículos, con un saldo ya registrado de heridos y daños cuantiosos, sin tener los agredidos la posibilidad de hacer algún reclamo.
Este tipo de situación afecta nuestra imagen como nación al trascender al extranjero, y porque, además, la lógica advertencia de las embajadas extranjeras a sus ciudadanos repercute en la afluencia de turistas al país, con un daño enorme a la economía. No se pretenda ahora, ante esta realidad, culpar a las misiones diplomáticas y a los medios que se hacen eco de esta conducta impropia, porque con ello les prestan un enorme servicio al país y, en especial, a las comunidades víctimas de tales desmanes.
Las autoridades están en la obligación de adoptar cuantas medidas sean necesarias para proteger a los ciudadanos, nativos y extranjeros, de esos actos vandálicos y las últimas advertencias demuestran lo poco que se ha hecho para lograrlo.
Sin embargo, la advertencia tiene fundamento, por cuanto los medios informan de estos acontecimientos con preocupante frecuencia, en los que ya han resultado muertos turistas y ciudadanos extranjeros radicados en el país.
El diario Hoy reseñó en su edición de ayer la amenaza que representa transitar por la carretera Maimón-Cotuí, en la que frecuentemente visitantes de la zona y empleados y ejecutivos de Barrick Pueblo Viejo, son víctimas de ataques a pedradas a sus vehículos, con un saldo ya registrado de heridos y daños cuantiosos, sin tener los agredidos la posibilidad de hacer algún reclamo.
Este tipo de situación afecta nuestra imagen como nación al trascender al extranjero, y porque, además, la lógica advertencia de las embajadas extranjeras a sus ciudadanos repercute en la afluencia de turistas al país, con un daño enorme a la economía. No se pretenda ahora, ante esta realidad, culpar a las misiones diplomáticas y a los medios que se hacen eco de esta conducta impropia, porque con ello les prestan un enorme servicio al país y, en especial, a las comunidades víctimas de tales desmanes.
Las autoridades están en la obligación de adoptar cuantas medidas sean necesarias para proteger a los ciudadanos, nativos y extranjeros, de esos actos vandálicos y las últimas advertencias demuestran lo poco que se ha hecho para lograrlo.
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