Minerva Calderón
Hace unos días estaba conversando con algunas personas sobre la contaminación acústica en Santiago. Para mi sorpresa, uno de los interlocutores le restó importancia al comentario y calificó el ruido y el escándalo que afectan sectores de la ciudad como una de las tantas manifestaciones de nuestra cultura y espontaneidad.
Me quedé observándolo y a la vez recordé el rostro compungido de uno de mis estudiantes quien me contó, con lágrimas en los ojos, sobre su imposibilidad de estudiar en su hogar, en horas de la noche, por la incapacidad de concentración generada por la música estridente tocada en el colmadón ubicado al lado de su hogar. ¿Cómo le sugiero abandonar su trabajo para que solo se dedique al estudio y pueda modificar su horario de estudios? Alguien podrá sugerirle que se mude, pero no es tan fácil para una persona de escasos recursos que vive en el humilde hogar de sus padres.
Considero preocupante la contaminación acústica en Santiago. No se discriminan los espacios para generar ruidos excesivos, Por ejemplo, frente a las instituciones educativas o a zonas hospitalarias se tocan bocinas sin ningún tipo de consideración o control
Les invito a visitar el centro histórico de Santiago. Experimentarán, en momentos y espacios determinados, el deseo de salir corriendo. Las bocinas de los carros, aparatos de música a todo volumen, guaguas anunciadoras y otros componentes más generan una situación insostenible.
Considero pertinente esclarecer algunas ideas, según lo que plantean los científicos. En primer lugar se considera que el sonido está formado por ondas las cuales se propagan a través de medios sólidos, líquidos o gaseosos. Las ondas sonoras son las que pueden estimular al oído y al cerebro. La amplitud es la altura que alcanza la onda sonora. Esta determina el volumen del sonido, que si es muy alto puede dañar el tímpano.
Los ruidos son sonidos agudos, fuertes o breves; inarticulados, confusos y molestos que interfieren en las actividades, el descanso y las conversaciones de las personas. l
Al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente una determinada zona se denomina contaminación acústica. Es provocada por las actividades humanas (tráfico, industrias, construcciones, locales de ocio, aviones, etc.), y genera efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de las personas.
Este término está estrechamente relacionado con el ruido debido a que se origina cuando el ruido es considerado como un contaminante, es decir, un sonido molesto que puede producir efectos nocivos en los órdenes fisiológicos y psicológicos a una persona o grupo de personas.
Cuando los ruidos producen más de 60 decibeles pueden generar los siguientes efectos: afecciones cardiovasculares, aceleración de la respiración y del pulso; aumento de la presión arterial; disminución del peristaltismo digestivo, lo cual ocasiona gastritis o colitis; problemas neuromusculares que generan dolor y falta de coordinación; disminución de la visión nocturna; aumento de la fatiga y dificultad para dormir, entre otros. El efecto inmediato del ruido es el aumento de las pulsaciones, modificación del ritmo respiratorio, tensión muscular, aumento de la presión arterial.
La persona expuesta diariamente a escuchar ruidos excesivos durante dos horas, puede llegar a sufrir lesiones en el oído que degeneren en la pérdida de la audición. Calculemos el nivel de exposición de la salud en que se encuentran las personas que laboran o viven en calles o avenidas de alto tránsito ante los repetidos toques de bocinas, la mayoría de las veces innecesarios e inoportunos para generar presión en los conductores que están delante.
En el orden psicológico, el ruido disminuye la concentración, la efectividad y la productividad, aumenta la agresividad, la irritabilidad, los estados histéricos y neuróticos; aumenta la frecuencia de accidentes de trabajo y obstaculiza la comunicación efectiva.
Además, genera estrés, trastornos de sueño, perdida de atención retraso escolar, aumento de la frecuencia de accidentes de trabajo, obstaculiza la comunicación efectiva; retrasa las sociedades, en los órdenes social y económica; provoca la devaluación económica de las edificaciones ubicadas en aéreas ruidosas. En términos generales, crea condiciones adversas para la sociedad.
¿A quienes les compete implementar las medidas para disminuir los niveles de ruido? ¿Conoce la población la legislación o reglamentos vigentes para el control de ruidos en República Dominicana? ¿Quienes tienen que intervenir para el diseño de un plan estratégico general para la reducción de la contaminación acústica Santiago? ¿Cuáles áreas deben priorizarse? ¿Dónde deben hacerse las mediciones de los niveles de ruido en Santiago de los Caballeros? Considero que lo mismo debe realizarse en todas las comunidades afectadas por este problema.
Pienso que nos compete a todos los ciudadanos intervenir en la disminución de los niveles de ruido en Santiago. Desde nuestros hogares, en las empresas, en el tránsito vehicular y en todas las instituciones y espacios. Las entidades gubernamentales a quienes corresponde normar y hacer cumplir las normas, deben participar activamente por razones obvias: La salud de los ciudadanos, la calidad de vida en general, la generación de atractivo adicional a nuestro espacio geográfico, el mejoramiento de la convivencia y el fomento de la cultura del respeto y la paz a través del manejo adecuado de los niveles de sonidos y sobre todo el equilibrio ambiental.
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