Adjuntamos la nota publicada en Diario Libre de esta misma fecha.
México honra nuestro merengue, instalando la "Plaza del Merengue" en aquella urbe, gesto que debemos reconocer a nuestro Embajador Dominicano en aquella urbe y a un grupo de dominicanos preocupados por apoyar y defender nuestra música en tierras extrañas, según nos detalla la nota de prensa.
El merengue es parte fundamental de nuestra cultura y nuestra identidad y , hasta el momento, las instituciones encargadas de promoverlo ante las nuevas generaciones y para nuestros visitantes, han dado demostraciones muy pobres de dominicanidad. Antes, al contrario, se han apoyado financieramente festivales de ritmos extraños y hasta de ritmos contaminantes de nuestras buenas costumbres sin darse cuenta que nuestro merengue - nuestro verdadero merengue - sigue siendo tan discriminado como lo fuera en 1854.
Nos asombra la manera como los Ministerios de Cultura y Turismo, al igual que instituciones dedicadas al la promoción del turismo han borrado de sus agendas todo lo relativo al merengue, en todas sus versiones, muy especialmente nuestro merengue típico.
En el Congreso Nacional duerme un sueño eterno el proyecto sometido por el Diputado Manuel Jiménez relativo a la Casa del Merengue, enfrentando la oposición de burócratas que solo se preocupan de sus propios intereses, olvidándose del mandato que les dieran los votantes como representantes genuinos de su pueblo.
De igual manera no salimos del asombro cuando vemos a diario a instituciones oficiales dominicanas apoyando eventos artísticos donde solo se escucha chabacanería de muy mal gusto, haciendo coro a empresas que solo buscan mercadearse en una juventud permeable a influencias extrañas y contaminantes, como buen blanco de sus estrategias de mercadeo.
Hacen falta voces que defiendan lo nuestro ante tanta indiferencia y tanto atentado a nuestra identidad dominicana. El merengue amerita puesto y respeto de parte de quienes tenemos la responsabilidad de poner en manos de las nuevas generaciones la cultura y la identidad que heredamos de nuestros antepasados.
El merengue es parte fundamental de nuestra cultura y nuestra identidad y , hasta el momento, las instituciones encargadas de promoverlo ante las nuevas generaciones y para nuestros visitantes, han dado demostraciones muy pobres de dominicanidad. Antes, al contrario, se han apoyado financieramente festivales de ritmos extraños y hasta de ritmos contaminantes de nuestras buenas costumbres sin darse cuenta que nuestro merengue - nuestro verdadero merengue - sigue siendo tan discriminado como lo fuera en 1854.
Nos asombra la manera como los Ministerios de Cultura y Turismo, al igual que instituciones dedicadas al la promoción del turismo han borrado de sus agendas todo lo relativo al merengue, en todas sus versiones, muy especialmente nuestro merengue típico.
En el Congreso Nacional duerme un sueño eterno el proyecto sometido por el Diputado Manuel Jiménez relativo a la Casa del Merengue, enfrentando la oposición de burócratas que solo se preocupan de sus propios intereses, olvidándose del mandato que les dieran los votantes como representantes genuinos de su pueblo.
De igual manera no salimos del asombro cuando vemos a diario a instituciones oficiales dominicanas apoyando eventos artísticos donde solo se escucha chabacanería de muy mal gusto, haciendo coro a empresas que solo buscan mercadearse en una juventud permeable a influencias extrañas y contaminantes, como buen blanco de sus estrategias de mercadeo.
Hacen falta voces que defiendan lo nuestro ante tanta indiferencia y tanto atentado a nuestra identidad dominicana. El merengue amerita puesto y respeto de parte de quienes tenemos la responsabilidad de poner en manos de las nuevas generaciones la cultura y la identidad que heredamos de nuestros antepasados.