La libertad o libertinaje de expresión permitida en los medios de comunicación de la República Dominicana, a través de la música, de obras musicales, nacionales y extranjeras, a través del micrófono, radiodifusoras y televisoras, desde años olvidados y descuidos inmerecidos, desde la Comisión de Espectáculos Públicos, Ministerio de Cultura y el estado dominicano: los gobiernos que hemos tenidos y nos gobiernan, pareciera un asunto de poco interés para el país, para los que tienen en su poder la fuerza de corregir, al compás de la ley, de la educación, por deber, convicción u obligación, el gran mal que se difunde, que se transmite a la juventud, a la familia, a los niños, sin que alguien haga algo.
Si hacemos un análisis concienzudo sobre el comportamiento de los jóvenes pertenecientes a la última década, para citar un tiempo; si verificamos el proceso de libertad sin control que han tenido las expresiones por todo medio de comunicación, confirmaremos que estos han sido los responsables de que lo insulso, lo inmoral, lo desconsiderado e irrespetuoso, lo servil y atropellante, a través de la música, el micrófono y los medios radiales y audiovisuales, se haga moda y expanda y llegue al oído del pueblo dominicano tal y como si fuera la más ´´gentil enseñanza´´, la más ´´ eficaz educación´´ que, de tanto ser cantaleteada, permitida, sin reparo, ha logrado calar, de manera alarmante y abusiva, en la mente, conocimiento y creencia de los más débiles de espíritu, de aquellos que requerían, y hoy requieren de una luz que los saque de la oscuridad donde están sumidos. Y no se trata sólo de la música urbana, o de la música que fuere, sino que en esto intervienen otros elementos intelectuales, humanos y creativos.
La embestida de los medios de comunicación, sin control, de lo que es absolutamente responsable el Estado, el Gobierno, el Ministerio de Cultura y Espectáculos Públicos y Radiofonía, el Congreso de la República y todos los que han tenido la oportunidad de hacer algo y no lo han hecho, ha creado ídolos de barro, descarríos sin fin: actos que lesionan la dignidad, vicios, ideas torvas, criterios alienantes, falsas esperanzas, actores de hechos, hombres y mujeres que se mueven afanosos, ostentando una sabiduría y talento creído decadente, que es imitado por los pequeños, por los débiles, por los que carecen de un espacio y sueñan con lo mejor, que creen que lo que escuchan y miran es lo correcto, puesto que no existe autoridad que diga lo contrario.
De este mal, provenido a través de los medios mencionados, es culpable indiscutible el Estado dominicano, por lo que junto a los espacios de comunicación es responsable el Gobierno del crecimiento de la delincuencia, de las acciones de violencias que se suscitan cada momento, pues es claro que los valores de la familia, de la educación, de los jóvenes y niños, del desarrollo espiritual cabal, basado en las escrituras sagradas, en el conocimiento que da la correcta educación, no están en la agenda de nuestros líderes, por tanto responsables, culpables, mientras que las acciones no morales, públicas y privadas, se permiten y aplauden, y se invierte en ella, sin que nada ni nadie sea capaz de ponerse los pantalones de hombre.
No es posible que funcionarios, y gobernantes se hagan de la vista gorda y pretendan quedar bien con todo el mundo, como parecíe ser política del anterior Gobierno y Presidente. Nadie puede convivir con el bien y el mal entre casa. No se puede complacer a sectores y amigos, en perjuicio del bien y de las buenas costumbres, en perjuicio del respeto a la integridad de los jóvenes, de las familias, como se sigue haciendo, permitiendo en la actualidad.
No es coherente que aún se permita, a cuenta de que se espera por la aprobación de un proyecto de ley, que la moral y la indecencia, la mala costumbre y los mensajes inadecuados, lo inadmisible, despedacen la decencia y tuerzan la razón, haciendo del conocimiento verdadero un escenario donde la burla es celebrada como si fuera un doctorado.
No es posible que estas cosas sigan pasando en este nuevo Gobierno de Danilo Medina, y éste no levante la mirada y aclare sus oídos, o tengan asesores reales, para que se de cuenta de la situación que señalamos como un mal permanente. No es de sabio hacer nombramientos de amigos o caballeros educados, pero pertenecientes al mismo sector de los medios de comunicación: amigos de todos los que directa o indirectamente incurren en las faltas. Es inaceptable el silencio, la inactividad, el ignorar el mal, el no hacer nada, el callar, el pretender hacer creer que se hace.
No sólo se ha contribuido, desde los medios de comunicación y el Estado, con la violencia intrafamiliar, contra la mujer, sino que más aun, se han incentivados los falso valores: la droga, el crimen, el irrespeto, lo antinatural en el hombre y la mujer, permitiéndose, de forma grotesca, que el mal sea maestro, que lo maligno sea luz, que lo oscuro sea el camino. Y no estamos en contra de la modernidad, de la evolución del pensamiento, de la palabra que siembre esperanza y haga camino, de la creatividad de la música, de los hombres del micrófono que utilizan el idioma a su gusto, con tacto y sabiduría y conocimiento; no criticamos a éste o aquel, pero sí al Gobierno. Compartimos con ánimo y placer la novedad del tiempo y su entorno, de las expresiones lingüísticas y la de la música, cualquiera sea esta, en especial la urbana, en todos sus estilos, más no su lenguaje cuando atenta contra la razón de los sanos valores.
Creemos que el lenguaje debe de ser respetado y difundido con la esencia del buen decir, dentro de las reglas y respeto al idioma, a la familia, a la buena costumbre, no llegando a expresar ante un micrófono o canción, situaciones que parecieran privadas o que sólo podrían ser admitidas en un ámbito distinto al de un medio, no público. El que esgrime la palabra como herramienta debe de ser un verdadero maestro de la palabra, aunque su lenguaje sea moderno. Y esto incluye a los programas de televisión general, a sus presentadores, a los que participan en ellos.
El Gobierno tiene la obligación de corregir el mal, de actuar, pero parece que por motivos políticos no se atreve. Esto quiere decir que para el Gobierno es más importante el partidismo, los amigos y compromisos, que el futuro sano de la patria. Y pareciera que el incentivo o inversión en la no educación, en lo contrario, sea la meta que busca crear monstruos y hombres fallidos, dispuestos a obedecer a la voz que le ha producido y alimentado. Y es que si se educa, desde las escuelas y los medios de comunicación, en vez de monstruos, de violencias, tendríamos hombres creativos, sanos, trabajadores, soldados de moral incuestionables, de acciones ejemplares que lucharían por un país mejor.
LOS MEDIOS DE COMUNICACION PODRIAN CONSTITUIRSE EN LA MEJOR ESCUELA PARA LA EDUCACION, PUESTO QUE ES LA FORMA QUE MAS LLEGA A LA GENTE, AL PUEBLO
PERO PARA QUE LAS COSAS SE HAGAN COMO SE DEBE, NECESITAMOS QUE DANILO MEDINA TENGA LOS PIES DE HIERRO, Y NO DE BARRO.