Las ciudades del país confrontan problemas que las aguas del huracán Sandy han incrementado. Algunas, dentro de los limitados recursos de que disponen, tratan de asumirlos con un sentido práctico. Para ello, sus autoridades principales, que son los alcaldes, tratan de manejarse con los pies en la tierra. Es lo que no termina de entender Gilberto Serulle, en Santiago.
Serulle empezó su gestión con sueños faraónicos para la Ciudad Corazón. Magnífica disposición para una persona cargada de buenas intenciones, pero con una pobre perspectiva de la realidad. Y hoy, los munícipes están sufriendo esa ilusa percepción.
Sus ideas condujeron a Serulle a anunciar y empezar múltiples obras que ameritan demasiados recursos económicos. El parque vial de los residenciales El Ensueño y El Retiro. El proyecto de Mirador en la ribera del Yaque del Norte, que incluía un anfiteatro, la llamada Plaza del Alfarero, cerca del Monumento, todos iniciados con mucha fanfarria pero paralizados sin explicación.
Una obra como la recuperación de la cañada de Vuelta Larga, muy loable, porque varias familias cambiaron sus condiciones de vida, se ha convertido en una fuente de cuestionamiento. Algunos ediles piden el informe financiero. La plaza del Buhonero, ya entregada, todavía origina quejas de sus usuarios.
Mientras, los servicios de recogida de basura están deteriorados, y el famoso “Eco-Parque Rafey”, de nuevo contamina la ciudad. La humareda sigue castigando a los santiagueros.
Si a cualquier ciudadano se le pregunta en qué debe concentrar el alcalde sus energías, probablemente respondería que en el aseo de la ciudad y en soluciones viables esenciales. No hablemos de los problemas de parqueos en el centro histórico ni del deterioro de las calles. Con las calles, la administración municipal ha debido ser mejor apoyada por el gobierno nacional. Las principales vías de acceso o salida de la ciudad, no podían estar en peores condiciones.
Fin, Santiago se merece mejor suerte. Mientras, el alcalde debe actuar con más racionalidad y concentrar sus energías en los asuntos que más afectan a la población. Hay muchas cosas por hacer, pero las prioridades no pueden esperar.
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