viernes, 5 de octubre de 2012

EDITORIAL Lo que viene no es fácil

La impresión que recogieron algunos periodistas que esperan los resultados de la sesión del Consejo Económico y Social, ayer, en el Palacio Nacional, entre los concurrentes de las diferentes áreas productivas y comerciales, lo mismo que de los actores sociales en general, fue de desasosiego.

 Y es que las políticas impositivas que está proponiendo la administración de Danilo Medina para tapar el hoyo fiscal le dan a todo el mundo.

Si bien se exceptúan algunos alimentos, quedarían gravadas las carnes de pato, pavo, guinea, chivo, ovejo, algunas cortes de vaca, vísceras, pollos vivos, tilapias, atún, varios derivados de la harina, casabe, algunas grasas comestibles y arepas, una amplia gama del mundo marino, e increíblemente el gofio y hasta los quipes. También se habla de excepción de los servicios, pero habría que ver cuáles, porque otros serían impactados indirectamente por las cargas nuevas y el fin de algunas exenciones.

 Si bien el gobierno requiere recursos para sus políticas y para cumplir con la Estrategia Nacional de Desarrollo, para lo cual busca recaudar 55 mil 44 millones de pesos adicionales, y llegar progresivamente hasta 66 mil 22 millones de pesos en el 2016, la inevitable realidad es que el impacto será alto, sea por impuestos indirectos o directos (Itbis, impuestos selectivos al consumo).

 Y toda esa carga pesará para quienes pagan impuestos sobre la renta, personas físicas con ahorros, y pérdidas muy perceptibles para los trabajadores que verán gravada la regalía pascual y eliminada la deducción de gastos educativos.

 Y ni hablar de nuevos gravámenes al patrimonio, que si bien van dirigidos principalmente a los que más pueden, también se castiga a quienes tengan vehículos de motor o transfieran un bien inmobiliario. No habría que agregar las cargas adicionales al consumo, combustibles, y una larga gama de servicios o artículos que indefectiblemente serán afectados.

 Es evidente que estamos en la antesala de una ola inflacionaria. Y eso no es fácil. El trago, como adelantaron algunos legisladores, es amargo.
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