“No me van a matar, mejor que me den 30 años”, vociferaba constantemente Muñoz García, luego de asesinar al fiscal y mientras forcejeaba con agentes de la Policía que, al parecer, querían llevarlo al interior de la vivienda.
Tras cometer el hecho, Charlis Núñez García corrió a la calle y tomó como escudo a una hija suya de 16 años para evitar ser agredido por los agentes que estaban anonadados por la acción rápida del homicida.
En la casa requisada, la Policía encontró cuatro armas, incluyendo la que mató al magistrado Álvarez, así como 38 becerros, 15 chivos y por lo menos 20 gallinas y gallos.
Los animales estaban ubicados en la tercera planta del edificio, la que Núñez García había preparado con tela metálica
En la casa de tres niveles, funcionaba el Grupo Cooperativo de Ahorros, Créditos, Servicios Múltiples y de Acción Comunitaria.
Algunos vecinos consultados dijeron que se trataba de una empresa fantasma que el homicida utilizaba para estafar a incautos que acudían a buscar créditos.
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