Miami.-Un megacambio envió a los dominicanos José Reyes y Emilio Bonifacio junto a los lanzadores Mark Buehrle, Josh Johnson y el receptor John Buck a Toronto por los torpederos cubanos Yunel Escobar y Adeiny Hechavarria junto al jardinero Jake Marisnick, el catcher Jeff Mathis, y los lanzadores Henderson Álvarez, Justin Nicolino y Anthony DeSclafani.
Esa negociación fue tomada como una conspiración contra la ciudad de Miami, donde están destruyendo el béisbol.
La decisión de Jeffrey Loria y David Samson, el dueño y presidente de los Marlins, los coloca como estafadores que sustrajeron el dinero de Miami. Y convierte sobre todo en cómplice al comisionado Bud Selig, quien está dejando que todo ocurra sin hacer nada.
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Y se trata de dos hombres que durante años mintieron sobre sus finanzas, acerca de sus intenciones, les mintieron a todos al llegar a Miami a construir un estadio de US$634 millones que se suponía iba a poner fin a este ciclo miserable de convertir una franquicia de Grandes Ligas en una reunión de intercambios por los pocos aficionados que iban al estadio.
Los megacontratos que Loria y Samson les dieron a Reyes y a Buehrle el año pasado tenían la negativa a incluir una cláusula de no cambio, siendo la política de la organización, evidenciando parte del plan que ejecutaron ahora.