sábado, 29 de diciembre de 2012

Las dominicanas son las reinas del mercado de la belleza afro en Atlanta

ATLANTA. Los salones de belleza dominicanos son cada vez más visibles en las vías y plazas comerciales de Georgia, donde al igual que en Nueva York, Florida u otros estados, las estilistas de la tierra de Al Horford cautivan con su destreza natural y sus reputadas técnicas a la vasta clientela afroamericana.

 La fama de diestras peluqueras, que cultivan con su espíritu emprendedor y sus cotizadas manos estas mujeres, ha hecho del término “Dominican” un sello distintivo de calidad que tiene sus “trucos” no escritos, sus rostros y también su historia.

 Y para contarla hay que hablar de Lillian Pichardo, una emprendedora banileja (De Baní, Peravia, al sur de la República Dominicana) que abrió en Doraville el primer salón dominicano de todo el estado, hace ya casi veinte años, en el 1993.

 Como todas las peluqueras de su país, Lilly aprendió de muy joven que “la práctica hace al maestro”. “Nosotras aprendemos esto desde niñas, en el patio de la casa, haciéndole el pelo a las amigas, y eso nos hace más diestras.

Como los peloteros dominicanos, que son buenos y famosos porque desde niños andan con un bate en la mano, jugando; eso mismo pasa con las peluqueras de allá”, acotó Pichardo.

 Lilly, que ha visto al nicho del que fue pionera crecer y expandirse, cuenta que por sus manos pasaron muchas de las peluqueras criollas de Georgia. “Del mío han salido más de 35 salones”, afirma la dueña del Lilly’s Hair Plus, un negocio que provee empleo a 15 personas -incluyendo a cinco de sus hermanas- y que “en su mejor momento llegó a recibir hasta a 250 personas” por día. 

Alexander Peña/Acento.com.do