No sabemos si tiene antecedentes en los anales de la institucionalidad dominicana, que el jefe de la seguridad de un ex presidente de la República se reúna con el jefe de seguridad del presidente de un partido político y “negocien” con el jefe de la Policía los términos del desempeño del cuerpo del orden durante una actividad partidaria.
Las revelaciones involucran también a funcionarios del Palacio Nacional y de otras instancias del Poder Ejecutivo en tratativas que sugieren extravíos institucionales.
Los partidos son entidades del sistema democrático que tienen su dinámica propia. Actúan bajo un fuero interno. Se presume que no son una amenaza para el orden público y la seguridad ciudadana.
El desempeño del poder deja mucho que desear cuando los actores civiles y políticos tienen esos niveles de involucramiento en las funciones propias de los cuerpos y órganos del Estado.
¡Eso es grave!