domingo, 10 de febrero de 2013

CULTURA DEJÓ FUERA DE SU PRESUPUESTO A ALIANZA CIBAEÑA


Por Tony Rodríguez

 Negarle el derecho a existir a la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, es una estocada a la historia de Santiago y del país, es un culto a la irresponsabilidad del Ministerio de Cultura, que en sus agitadas olas de cambios y con la patología de olvidos burocráticos, dejó fuera de su presupuesto a la fundación cultural de más larga historia en el país.

 Peor aún, notificar alegremente que no habrá presupuesto para este año, sin mediar esfuerzos por corregir distorsiones, sin una consulta a la clase política que representa a Santiago en el Congreso Nacional y el gobierno, es echar a la biblioteca más antigua que tenemos los santiagueros al circo de las fieras, sin siquiera entonar una canción de despedida.

 Es negarle un espacio a los poetas y cantores bohemios, a los lectores de periódicos, a los concurrentes a conferencias, seminarios y graduaciones, a los escritores que exponen sus obras, a los que consultan los libros y absorben sus nociones, a los que se reúnen para cruzar ideas y fabricar proyectos de desarrollo, a los que reciben el premio u homenaje a su habilidad intelectual y creativa.

 Alianza Cibaeña es una fundación cultural que surgió el 22 de agosto de 1884, bajo las bien ponderadas intenciones del intelectual Eugenio Deschamps. Es y ha sido un foro de luz para el estudiantado, los investigadores sociales y la intelectualidad criolla.

 Alianza Cibaeña es canción, es literatura, es espoleo de ideas, es recompensa a la imaginación y a la inventiva. Un olvido no es una sentencia, es un error corregible. Es un contrasentido que un gobierno que impulsa la educación atente contra los símbolos de la educación y el conocimiento científico. 

 La representación de Santiago en la Cámara de Diputados, encabezada por Abel Martínez, en el Senado por Julio César Valentín, en los ministerios del gobierno (Ventura Camejo, Ramón Fadúl, Francisco Domínguez Brito), y todos los que ostentan cargos a la defensa del interés santiaguero, deben acercarse al ministro de Cultura, a tantear soluciones y a exigir. En buen juicio, atentar contra la existencia de Alianza Cibaeña es faltarle el respeto a un pueblo que paga suficientes impuestos como para mantener sus símbolos culturales y viva la llama del conocimiento. En nombre de la paz, Santiago clama.