La cosa sería bien sencilla, de haber sabiduría para solucionar el penoso caso: simplemente los miembros del Tribunal Superior Electoral (incluyendo a Marino Mendoza, alfil de Miguel Vargas Maldonado) deciden soberanamente sacar de allí a la policía y asumir la administración de esa casa (una simple casa no es el partido), y en bien del sistema político fijar una fecha para una convención transparente, democrática y bien supervisada. El resto sería lo que diga la mayoría... (Pero todo parece indicar que lo que menos hay entre esos señores es eso que resulta indispensable para ser justos: sabiduría).