Las aguas apacibles y el entorno que la circundan pueden brindarnos esta belleza llena de esplendor. Aún invadidas por la realidad cruda, viva y al mismo tiempo triste de la pobreza, no hay cómo ignorarla. Pese a las agresiones que tienden a deteriorarlas por completo, como los vertidos indiscriminados, queda esta estampa, prueba de que aún se puede salvar un cautivante regalo de la Naturaleza tropical, en la confluencia de los ríos Ozama e Isabela, en Los Tres Brazos, en el Gran Santo Domingo.