Por Juan Bonilla
La administración del alcalde de Santiago, Gilberto Serulle, está en su peor momento. Más del 60 por ciento de la población estima que su gestión es mala o muy mala, según las encuestas.
Hay un asombroso y alarmante desplome de los servicios que ofrece la Alcaldía a la población y por eso extraña que el alcalde atribuye las críticas a “enemigos del progreso de Santiago”.
Sin embargo, los hechos no mienten. ¿No es una verdad irrefutable los hechos que enumeramos a continuación?
1-El Cuerpo de Bomberos de Santiago se está cayendo a pedazos. La mayoría de sus camiones dañados y ni siquiera mangueras hay.
2-Los mercados públicos están más sucios, abandonados, mal oliente y arrabalizados que nunca. ¿Y la plaza Juan Bosch en el Hospedaje Yaque? ¿Y el Centro Turístico de la Placita que tanto promovió Erving Vargas?
3-Los parques y plazas públicas no resisten más abandono, olvido, descuido, suciedad y el mal olor de los orines, aparte de que son un verdadero peligro público.
4-La mayoría de las obras, otorgadas sin concurso, sin licitaciones y por capricho del alcalde Serulle, están paralizadas.
5-La limpieza de la ciudad, que fue la principal promesa del alcalde de Santiago, está peor que antes de él llegar a la Alcaldía. Ese ha sido su más estrepitoso fracaso.
6-La nómina del cabildo no resiste más botellas y violaciones a la ley, lo que ha obligado a la Contraloría General de la República a intervenir la Alcaldía.
7-Salud Pública y Medio Ambiente se vieron en la obligación de cerrar definitivamente el Matadero Municipal, debido a que se convirtió en un peligro público.
8-La mayoría de los semáforos de las principales calles y avenidas tienen desperfectos en este momento.
9-El tránsito vehicular en el centro de la ciudad nunca había sido el mayúsculo desorden que es en la actualidad.
10-La transparencia y la institucionalidad que prometió fue un asombroso engaño a la población de Santiago que depositó su confianza en él.
El deseo es que esos servicios, organismos y promesas funcionen bien. Sin embargo, no es así. A casi tres años de la gestión de Gilberto Serulle, los fracasos superan con creces a los éxitos.
Y si sigue así, si no pone un freno a la ineficiencia, se encamina a ser el peor alcalde que ha tenido Santiago.