lunes, 3 de junio de 2013

La debacle de la alcaldía de Serulle “toca fondo”

Por Juan Bonilla

 La administración del alcalde de Santiago, Gilberto Serulle, está en su peor momento. Más del 60 por ciento de la población estima que su gestión es mala o muy mala, según las encuestas. 

 Hay un asombroso y alarmante desplome de los servicios que ofrece la Alcaldía a la población y por eso extraña que el alcalde atribuye las críticas a “enemigos del progreso de Santiago”.

 Sin embargo, los hechos no mienten. ¿No es una verdad irrefutable los hechos que enumeramos a continuación?

 1-El Cuerpo de Bomberos de Santiago se está cayendo a pedazos. La mayoría de sus camiones dañados y ni siquiera mangueras hay. 

2-Los mercados públicos están más sucios, abandonados, mal oliente y arrabalizados que nunca. ¿Y la plaza Juan Bosch en el Hospedaje Yaque? ¿Y el Centro Turístico de la Placita que tanto promovió Erving Vargas? 

3-Los parques y plazas públicas no resisten más abandono, olvido, descuido, suciedad y el mal olor de los orines, aparte de que son un verdadero peligro público. 

 4-La mayoría de las obras, otorgadas sin concurso, sin licitaciones y por capricho del alcalde Serulle, están paralizadas. 

 5-La limpieza de la ciudad, que fue la principal promesa del alcalde de Santiago, está peor que antes de él llegar a la Alcaldía. Ese ha sido su más estrepitoso fracaso. 

 6-La nómina del cabildo no resiste más botellas y violaciones a la ley, lo que ha obligado a la Contraloría General de la República a intervenir la Alcaldía. 

 7-Salud Pública y Medio Ambiente se vieron en la obligación de cerrar definitivamente el Matadero Municipal, debido a que se convirtió en un peligro público.

 8-La mayoría de los semáforos de las principales calles y avenidas tienen desperfectos en este momento. 

9-El tránsito vehicular en el centro de la ciudad nunca había sido el mayúsculo desorden que es en la actualidad. 

 10-La transparencia y la institucionalidad que prometió fue un asombroso engaño a la población de Santiago que depositó su confianza en él. 

 El deseo es que esos servicios, organismos y promesas funcionen bien. Sin embargo, no es así. A casi tres años de la gestión de Gilberto Serulle, los fracasos superan con creces a los éxitos. 

 Y si sigue así, si no pone un freno a la ineficiencia, se encamina a ser el peor alcalde que ha tenido Santiago.