El ruido ensordecedor de la música estridente de algunos vehículos y el escándalo de las motocicletas sobre todo, que usan los deliberies de supermercados, farmacias y colmados quitan la paz de barrios y urbanizaciones de Santiago.
Los vehículos se desplazan por las calles y avenidas de esta ciudad, sin que nadie le ponga atención a las dificultades a la salud y tranquilidad de la sociedad que ocasiona este problema.
Los propietarios de este tipo vehículos acuden al Monumento y la parte frontal del Estadio Cibao a realizar competencias, donde la situación se convierte en un verdadero caos.
Parece ser que los esfuerzos que dice la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), de Santiago, se quedan cortos en su lucha contra este problema.
Las bocinas gigantes y otros equipos que cuando suenan dejan por lo menos por varios minutos a las personas sin escuchar nada tienen un costo altísimo y son usados hasta en velatorio para llevar con música a los muertos jóvenes hasta su última morada.
Mientras que los deliberies no se quedan atrás y aportan una cuota alta de escándalo con sus motocicletas cuyos escapes suenan sin control y afectan a la población.
Pero además del ruido, los deliberies se convierte en un peligro público en las calles porque hacen piruetas para cruzar entre los vehículos y no respetan ningún tipo de reglas y leyes de tránsito.
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