Cuando paso por la París con Duarte me da vergüenza ser dominicano. Cuando veo cualquier mercado público, siento rabia de ser dominicano. Cuando cruzo por el 9 de la autopista Duarte me arrepiento de ser dominicano. Cuando veo a cualquiera tirando basura, meándose en la calle, violando las leyes del tránsito, burlándose de todo sentido de decencia, siento tristeza de ser dominicano y confieso que todo esto me ruboriza ante el mundo civilizado. Y mis sentimientos se recrecen al ver que los llamados a imponer el orden, el respeto y la decencia no sienten igual vergüenza, tristeza y rabia.
POR RAMON COLOMBO