Y como ya se le ha perdido el respeto a nuestra moneda se dan, en cualquier emisora del país sobre todo en la capital y Santiago, millones por comprar una frecuencia
por Cholo Brenes
No hay forma en que yo pueda entender cómo se venden emisoras de radio sin atender a la facturación que, ellas, en el momento de la venta tienen. Los pesos, los miles, y últimamente los millones, ya no lo respetamos. Se dan millones y millones como mangos en verano.
Para lograr posicionar una emisora en buen lugar hay que saberla programar, definir el camino que ella deberá tener en función de a quiénes va dirigida, no es lo mismo a la juventud que a los adultos.
Así como hay productos enfocados en los adolescentes, en los jóvenes, así existe música dirigida hacia ellos.
Los jóvenes son los más difíciles en aceptar algo, pero cuando lo aceptan son quienes más lo defienden, por eso los políticos tienen que nutrirse del idioma de ellos, son mucho más. Si usted visita con regularidad el mundo del Internet encontrará la fuerza de cómo determinado candidato ha calado hoy en día.
Lo más cercano para programar una emisora de radio es como diseñar una campaña electoral, en ambos casos se toma el pensamiento de la gente, sus creencias, sus gustos, sus sentimientos.
Unos son devueltos a través de la música, otros los devuelven a través de la palabra, con ofrecimientos demagógicos o no cada cierto tiempo. Si usted pretende venderle algo a la juventud, debe primero pensar como ella.
No lo han hecho así fracasan. Tienen necesariamente que partir de la realidad. “No bulto”. Las campañas cuestan millones y mientras más lavado, negocios de drogas o apropiación del dinero público, más se invertiría.
Y como ya se le ha perdido el respeto a nuestra moneda se dan, en cualquier emisora del país sobre todo en la capital y Santiago, millones por comprar una frecuencia. Los políticos, “jodedores”, iglesias, son los que las compran.