Históricamente se ha simbolizado al amor con un corazón, atribuyéndole a este órgano el origen de este sentimiento. No obstante, investigaciones químicas al respecto pretenden desmontar esta vieja creencia, con teorías que señalan al cerebro como el culpable de los placeres y sufrimientos que provoca Cupido.
Pocos son los facultativos que se atreven a enfrentar el tema desde una óptica científica. "El amor no cabe en la ciencia, porque el amor es abstracto", expresa el neurocirujano de la Clínica Bonilla, doctor Lenín Peña. Algo similar sostiene el psiquiatra Ramón Gómez, de la Unión Médica.
El químico Francisco Muñoz de la Peña Castrillo, del Instituto Carolina Coronado, España, y del Programa Internacional para el Desarrollo Humano y la Universidad para la Vida, plantea en un artículo publicado en la página www.centros5.pntic.mec.es, una serie de razonamientos acerca de los procedimientos químicos que intervienen en el proceso del enamoramiento, que si bien le quita ese tono poético y romántico al amor, no deja de ser apasionante.
"En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento", expresa.
Explica que, cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma y el organismo entra entonces en ebullición. "A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo, ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas)".
Este proceso -dice- es el que hace que el corazón lata más deprisa (130 pulsaciones por minuto), que la presión arterial suba al máximo, que se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular y que se generen más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.
"No hay duda: el amor es una enfermedad. Tiene su propio rosario de pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción. Si en la cirrosis es el hígado, los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. En ese sistema, todo es impulso y oleaje químico. Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento".
Muñoz de la Peña Castrillo establece que, las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: constricción, dilatación, secreción y erección. "Todo es urgente, efervescente, impelente... Aquí no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias..., el territorio donde la razón es una intrusa".
¿Cuánto tiempo dura el amor?
Otra científica que ha abordado el tema es la psiquiatra italiana Donatella Marazzitti, cuyas referencias en www.sasharg.com, dan cuenta de unos estudios realizados en 1990 donde demostró que los niveles de serotonina en las personas enamoradas es un 40% inferior al de las personas que no lo están, equiparándolos con aquellos que padecen cuadros depresivos.
Al cabo de un año, siguiendo con su experimento, la doctora Marazzitti en un nuevo análisis comprobó que los niveles de serotonina de los enamorados ya se habían normalizado y es que según sostiene, la fase del enamoramiento tiene, químicamente, una caducidad de un año.
Otros le atribuyen 18 meses y como máximo cuatro años, tal la afirmación es de Georgina Montemayor Flores, de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México.
POR MERCEDES GUZMAN