Un estudio revela que las personas que comen frutos secos siete o más veces a la semana, después de cuatro años, tienen una tasa de mortalidad un 20% inferior respecto a las personas que no los consumen
En la era de la obsesión por los superalimentos, de los picos de demanda de salvado de avena, quinoa o espirulina, tarde o temprano tenía que pasar algo que nos devolviera la cordura. Un estudio desarrollado por el Brigham and Women’s Hospital y la Escuela de Medicina de Harvard (en el que participaron 76.464 mujeres y 42.498 hombres) ha determinado que los individuos que consumen frutos secos siete o más veces por semana tienen menos probabilidades de morir de enfermedades cardíacas o respiratorias y cáncer. Exactamente, su tasa de mortalidad, después de cuatro años, es un 20% inferior que la de los individuos que no los consumen.
Aunque no queda determinado cuántas nueces, pistachos, almendras, avellanas o anacardos hay que comer exactamente para vivir más, ni los datos son suficientes para establecer una verdadera relación causa-efecto, las conclusiones del estudio son significativas para considerar que merece la pena continuar investigando.
BAZAAR