Estamos a 29 días de que el embajador Víctor Grimaldi denunciara ante el Papa Francisco una conspiración gay-imperialista contra el Cardenal López Rodríguez, y ahí mismo mandó a freír tuzas a su jefe José Manuel Trullols (y, de ñapa, al jefe de su jefe, Danilo Medina), al intentar reprenderlo por su extralimitación. Ah, han pasado 15 días desde el 27 de febrero, cuando muchos vaticinaban que Grimaldi dejaría de ser embajador (sin percatarse de que, evidentemente, en el país del na e’ na, él y su gran enllave tienen más poder que el diablo y su hermano. Amén).