domingo, 23 de marzo de 2014

¿Y qué de la seguridad?

Por Satosky Terrero Galarza

 Ayer quedé en shock cuando vi las fotos que compartió el lanzador cubano Aroldis Chapman en sus cuentas de Instagram y Twitter. Para mí resultaron bastante fuertes y estoy seguro de que para muchos de ustedes también. Esa es la vida. En un segundo estamos haciendo lo que nos gusta y al otro, en una cama de un hospital. 

 El miércoles el lanzador de los Rojos fue golpeado en el rostro por una línea bateada por Salvador Pérez durante un juego entre Cincinnati y los Reales de Kansas. 

 Tras el pelotazo me forjé una idea acerca de la inseguridad con la que actúan los lanzadores en las Grandes Ligas, pero al ver las fotos en la que aparece Chapman post cirugía con la cabeza engrapada quise plasmar en letras mi pensar en ese sentido. Simplemente, me pregunto hasta cuándo los lanzadores estarán desprovistos de protección, si cada temporada siempre ocurre algo que lamentar. Nuestro Juan Encarnación tuvo un final aciago tras un pelotazo en la cabeza que le costó un ojo y su carrera y más recientemente Juan Nicasio estuvo cerca de terminar abruptamente también por un pelotazo. Los casos sobran. 

 Las Grandes Ligas, tras los trágicos eventos que victimizaron al lanzador Brandon McCarthy en 2012, decidió probar con una gorra especial para lanzadores. Pero sucede que su uso no es obligatorio y hasta el momento no hay conocimiento si algún pitcher la usa o la usará en la próxima campaña. No creo que deba ser voluntariamente. Pienso que MLB debe ser más rígida en ese sentido y no se debe quedar en una gorra, sino que hay que buscar la manera de crear más seguridad para los lanzadores. 

 Esa organización es responsable de velar por la integridad de cada uno de los peloteros, pues, a juzgar por los acontecimientos, alguien puede perder la vida en un campo de juego. No por nada los receptores usan caretas y pecheras. Los lanzadores, al igual que los catchers, están igual de vulnerables ante los pelotazos. Según la física, mientras más duro sea el envío aún más veloz será el batazo de retorno. El miércoles, el pitcheo de Chapman viajó a 99 millas por hora y la línea de Pérez salió a 110. -

 ESO ES DEMASIADO