martes, 29 de abril de 2014
Rubén Darío Paulino Sem, el militar que volvió a ser niño por un día
Era una mañana nublada, él Alba no apuntó con su luz el nuevo día, el Cielo vestía traje gris y a todos preocupaba que la lluvia nos visitara pues el escenario era el patio del Colegio Padre Fortín.
Quince minutos antes de las 8 la briza trajo su música divina y con ella agitaba las banderas portadas por jóvenes estudiantes, era anuncio claro que el protagonista de la actividad entraba al lugar y con él, salía el Sol que garantizaba una actividad sin la novedad de la lluvia.
Se había preparado un homenaje para declarar “Hijo Meritorio del Padre Fortín” al actual Comandante General del Ejercito de República Dominicana .Sor Lucia Rodríguez en calidad de Directora dio la bienvenida.
Habló de las cualidades que lo adornan, su comportamiento, disciplina y colaboración, expresó el orgullo que sentía al saber que por esas aulas había pasado un estudiante del nivel moral y humano de Riki, perdón ahora el es un General pero para nosotros seguirá siendo Riki el muchacho bueno, dijo sonriente la religiosa.
Al recibir la hermosa placa, visiblemente emocionado manifestó el orgullo que sentía al ser egresado de esa institución, asegurando que muchos creen que ser formado en un colegio de monjas es sinónimo de debilidad.
Por el contrario, son fuertes y como ejemplo hizo mención de compañeros de escuela que han trascendido en diferentes ámbitos profesionales. Luego quedó envuelto en un silencio, miró al portón de entrada como si estuviese observando una persona llegar.
Con profunda emoción, dijo, “a este patio entraba mi madre para vender las tortas que servían de sustento a nuestro hogar”. Y como nota chistosa completó la frase diciendo “yo creía que como mi mamá vendía las tortas yo tenía libertad para hacer de todo aquí”. Pero no, a mi era que las monjas más me exigían.
Exhortó a los jóvenes a luchar por sus sueños, superarse y no darse por vencidos, pero nunca cometer actos bochornosos que llenen de vergüenza a la familia y ofendan la sociedad, les sugirió actuar de manera correcta para que nunca tengan que regañarles.
Terminada la Ceremonia, paseó por las aulas y sonreía como si sintiera que las mismas le susurraran recuerdos dulces, sintió nostalgias y las mostró en sus ojos de miradas profundas, quizás su Corazón palpitó con el recuerdo de algún beso dado por los labios de un amor de colegiada adolescente en hora de recreo.
Después de caminar cada lugar del Padre Fortín retornó donde todos le esperábamos para desayunar satisfecho de lo vivido y aprendido en ese colegio que inmortalizaba su nombre y que tanta emoción había hecho posible ver muy feliz a Rubén Darío Paulino Sem, el Militar que volvió a ser niño por un día