viernes, 2 de mayo de 2014

Hermosa respuesta

Por Ramón Colombo

 Matías Bosch le recuerda a este país caribeño de ridículos protocolos versallescos que en aquel 1963 lleno de esperanza, alguien le preguntó a Carmen Quidiello, esposa del “ciudadano presidente”, cómo se sentía con ser “Primera Dama”. Doña Carmen, nacida en Cuba, hecha con sus propias luchas y las de su compañero, avecindada en Santo Domingo hacía apenas un año, contestó con simpleza rotunda: “Si yo acepto que soy la primera dama, significa también, por deducción, que existe una última dama, y eso sería inaceptable”. Y agregó “No existe una Primera Dama. Y si la hay, es la mujer que lava en el río”.