
Mayo, el mes de una madre. De una que enseña, que explica, que calla, que escucha, que perdona. El mes de una que siempre entiende, que no descansa, que apacienta, que calma y alienta. De una que es hermosa, fuerte, la más defensora de los suyos y la más compasiva ante el dolor; que todo lo da sin esperar nada a cambio. De aquella a quien Dios hizo inmortal, pues aunque lo eterno la acoja su legado permanece. El mes de quien sin ningún interés ayuda a alcanzar los más altos sueños sacrificando los propios. Que este mayo sea dedicado por completo a esa madre, pues como ella no hay ninguna.