jueves, 26 de junio de 2014

El pecado de Masalles

Por Ramón Colombo

 El máximo pecado que puede cometer un obispo no es desobedecer los Diez Mandamientos (que, a falta de correo electrónico, Dios publicó en una piedra). Tampoco es renegar de la Iglesia y declararse ateo. Nada de eso. El más grave de todos los pecados obispales es ser ingenuo, que es precisamente lo que acaba de mostrar el joven Monseñor Víctor Masalles, al expresar (por Twitter, no en ninguna piedra) su asombro y dolor por haber visto en una calle de Roma, paseando alegremente, como si tal cosa, al purpurado pederasta Joseph Wesolowski. ¿Acaso esperaba que estuviera preso?