No hay manera de que nuestra burocracia comprenda que esta y cualquier frontera terrestre solo se controla con desarrollo económico y social. No hay forma de que nuestros gobernantes entiendan que el control fronterizo no es cosa solamente de guardias, policías e inspectores, sino de educación, salud, medio ambiente, infraestructura y seguridad pública. No hay manera de que nuestros políticos entiendan que es la inversión generadora de riqueza y empleo la mejor plataforma para la paz entre estos pueblos. Y quien no quiera aceptar lo que digo que les pregunte a los tenaces empresarios dominicanos que invierten en Haití y en la frontera.