Un hombre que dice ser Quirino Ernesto Paulino manda una carta, llama a una emisora, y la vida política nacional se trastoca.
El hecho de que la opinión pública -y eso incluye a los protagonistas de la política- dé tanta credibilidad a una llamada cuasi anónima, retrata la imagen que tiene hoy la clase política.
¿Cómo hemos llegado a tomar en consideración con tanto interés lo que dice quien asegura ser un narco juzgado y sentenciado?
Hay lecturas para todos los gustos. Que si el momento, que si tal o cual encuesta, que si su condición de testigo protegido, que si no lo es... Faltaron las explicaciones de Félix Bautista a lo que le concernía, pero los demás nombrados salieron al paso con la explicación que necesitaron dar.
¿Ganador de este episodio? Danilo Medina. Su nombre no se asocia a ningún trapicheo de Quirino, y aparece, "magnánimo y generoso", a solidarizarse con su contrincante más directo en la lucha por el control del partido morado. Lo que hablaron en privado no se ha sabido.
La clase política tiene que entender por qué esa llamada movió cimientos: es perfectamente posible que el dinero del narco llegue sin muchos problemas éticos ni logísticos a los candidatos de cualquier partido. Que en ese intercambio de negocios que hoy es la política, se sientan a hablar los que quieren dinero, y quienes lo tienen. Que la Ley de Partidos podría mitigar las vías de contaminación, y que los políticos deben aceptar que está en juego la Democracia, no sólo honras personales.
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